Fue el encuentro de las dos personalidades británicas más famosas del planeta: la reina Isabel II se volteó a ver a su elegante invitado y le dijo, «Buenas tardes, señor Bond».
La unión de este par de íconos, la monarca inglesa y el rey de los espías — en una película para la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos de Londres — fue un momento emocionante. Apenas importa que uno de los personajes sea ficticio. El agente 007 es real para millones de cinéfilos, que una vez más acudirán en masa a verlo luchar por la reina y su país cuando la 23 entrega oficial de la serie, «Skyfall», se estrene este año.
Han pasado muchas cosas desde que se dio a conocer hace 50 años, el 5 de octubre de 1962, con la modesta cinta de espías «El satánico Dr. No»). La producción presentó a un agente secreto pulcro pero mortífero que lucía trajes de los sastres más finos de Londres, conducía un Aston Martin, prefería sus martinis agitados, no revueltos, y se presentaba a sí mismo como «Bond, James Bond».
¿Cuál es el secreto de su supervivencia? Su familiaridad, dice Roger Moore, quien interpretó a Bond en siete películas, más que cualquier otro actor.
«Es como un cuento infantil: mientras uno no se aleje demasiado del original, el niño estará feliz», dijo Moore. «El público recibe lo que espera: chicas hermosas, acción, artilugios. Es una fórmula».
Esa fórmula extraordinariamente exitosa tuvo inicios modestos. Dos productores advenedizos, el canadiense Harry Saltzman y el estadounidense Albert «Cubby» Broccoli, adquirieron los derechos de una serie de novelas de Ian Fleming, oficial de inteligencia durante la Segunda Guerra Mundial que creó al agente 007 como una especie de alter ego de fantasía.
Saltzman y Broccoli contaron con un presupuesto de apenas un millón de dólares, pero con una mezcla de suerte y diseño reunieron a un increíble equipo de talento frente y detrás de cámaras.
Sean Connery, un actor escocés relativamente desconocido y ex culturista, fue seleccionado como Bond en contra de los deseos de United Artists, que querían para el papel a un astro reconocido como Cary Grant.
«Everything or Nothing», un nuevo documental sobre las películas de James Bond, dice que el sello de aprobación final provino de la esposa de Cubby Broccoli. «¿Te parece sexy?», le preguntó Broccoli.
Connery obtuvo el rol.
Detrás de cámaras estaban artistas como John Barry, compositor del emblemático tema musical de Bond; Maurice Binder, quien creó la famosa secuencia de títulos con un caño de pistola; y el diseñador Ken Adam, un ex piloto de guerra de la Fuerza Aérea británica nacido en Alemania cuyos escenarios futuristas le dieron al filme su moderno look.
En el documental, que se transmite el viernes por EPIX, Adam recuerda haberse sentido «valiente hasta la locura» por aquellos días. Otros recuerdan la misma atmósfera despreocupada.
«Eran días arrolladores», dijo David M. Kay, cuya compañía proporcionó aviones para el rodaje y acróbatas en las primeras películas de Bond, incluida la secuencia helicóptero-volcán en «Sólo se vive dos veces».
«No teníamos (asuntos de) salud y seguridad como ahora. Broccoli era un absoluto irresponsable y exigía cosas que eran prácticamente imposibles», recordó Kay.
También fue enormemente divertido, acotó. «Hombres jugando con juguetes de chicos».
Ese sentimiento de jocosidad se trasladó a la pantalla. «Dr. No» llegó a las salas de cine en un momento perfecto, cuando los británicos cambiaban la austeridad de la posguerra por una creciente prosperidad.
El mundo de Bond, con sus autos, casinos y caviar, era sexy, lujoso y colorido. En vez de una figura gris y misteriosa, el espía era un hombre glamoroso del jet set. Las películas tornaron la ansiedad de la Guerra Fría en un viaje emocionante en que los buenos siempre salían triunfadores.
«No había nada igual», dijo Graham Rye, editor de la revista 007, que recuerda haberse impresionado con el filme cuando lo vio a los 11 años. «Muchas de las cintas británicas del momento eran austeras, en blanco y negro, dramas de culebrón. Cuando ‘Dr. No’ explotó en la pantalla, tuvo un efecto visceral en todo el mundo».
Desde entonces, Bond ha sobrevivido enfrentamientos con supervillanos, ha superado la revolución social de los años 60, los problemas financieros y demandas, múltiples cambios de actor protagónico, el final de la Guerra Fría y la llegada de la guerra contra el terrorismo.
Su supervivencia es el resultado de atractivo, tenacidad y suerte.
«Dr. No» recibió críticas mixtas: algunas positivas, otras desdeñosas. «Una pura bobada escapista», escribió Bosley Crowther del New York Times. Pero el público respondió, y «De Rusia con amor», que se estrenó al año siguiente, también fue un éxito de taquilla. Para «Dedos de oro», de 1964, Bond ya era todo un fenómeno.
Y el éxito fue complementado por una inteligente campaña de mercadeo.
El gusto del personaje de Fleming por los artículos de lujo se convirtió rápidamente en un arreglo comercial que ahora representa millones de dólares para los productores.
En los 60, los seguidores de Bond podrían usar desodorante y loción para después de afeitar 007 o lucir el mismo traje de baño que James Bond, con todo y logotipo. El Bond interpretado por Connery consumía vodka Smirnoff y el villano en «Dedos de oro» jugaba al golf con pelotas Slazenger.
Las locaciones alrededor del mundo y hasta en el espacio exterior; las secuencias peligrosas que desafían la ley de la gravedad; los cinturones cohete, los autos-submarinos y otros artefactos; los villanos megalómanos y sus sádicos secuaces, todos se convirtieron rápidamente en parte de la marca Bond.
De igual modo lo hicieron las canciones principales, muchas de ellas interpretadas por grandes estrellas del momento, desde Paul McCartney («Vive y deja morir «) hasta Madonna («Otro día para morir»).
Y por supuesto están las «chicas Bond», víctimas o villanas, funesta y a veces fatalmente atraídas a 007.
Las sensuales compañeras de Bond siempre han proporcionado munición para la crítica, que ha acusado los filmes de sexistas, mientras otros argumentan que ofrecen bombones para todos los gustos: Ursula Andress en un bikini, pero también Daniel Craig en su ajustado traje de baño azul.
Al igual que su héroe, la serie ha tenido muchas experiencias casi mortales. Connery renunció disgustado después de seis películas y hubo una prolongada batalla legal con el guionista Kevin McClory por los derechos del guion de «Operación Trueno». El resultado fue la cinta no oficial de Bond «Nunca digas nunca jamás», en la que Connery, entonces de 52 años, regresó después de una década para interpretar al espía.
El ex modelo George Lazenby duró sólo una película, «Al servicio secreto de su majestad» de 1969, un relato oscuro entre los favoritos de muchos de los fans. Entonces llegó Moore para llevar a Bond en una dirección más ligera en los 70.
El público no recibió con tanto beneplácito a un Bond más duro interpretado por Timothy Dalton en los 80, pero el superagente de Pierce Brosnan, recorriendo el mundo en vehículos aún más futuristas que incluyeron un auto invisible, encajaron bien con la era optimista que siguió a la Guerra Fría.
Así como la ropa de 007 ha evolucionado con la moda, los productores han tratado de emular el humor que se vive en el momento.
Los ataques terroristas del 11 de septiembre del 2001 produjeron un cambio de tono. El Bond de Craig, que debutó en «Casino Royale» en el 2006, es un espía más duro y más oscuro que recuerda al personaje original de Fleming.
Aunque la familia Broccoli no hizo declaraciones, según reportes Craig se ha comprometido a rodar otros dos filmes después de «Skyfall», con la 24 cinta de Bond prevista para el 2014 o 2015.
El agente 007 está en muy buena forma para tener 50 años. Pero, ¿perdurará otro medio siglo?
Rye, el editor de la revista, así lo cree.
«Bond, como los diamantes, es eterno», dijo.