Represalia económica


Editorial_LH

No es primera vez que algún gobierno toma represalias económicas contra La Hora por nuestras críticas, especialmente en temas de corrupción, ni será, seguramente, la última. En el transcurso de casi cien años hemos sufrido ese tipo de trato por los gobiernos que manejan sus pautas publicitarias como instrumento de presión para premiar a quienes les aplauden sus cochinadas o a quienes pueden utilizar cuando les conviene.


La Hora no vende su conciencia y eso tiene un precio, desde luego, mismo que asumimos como corresponde. El viernes pasado llamaron de una agencia publicitaria reservando espacios para unos anuncios de la SOSEP, Secretaría de Obras Sociales de la Esposa del Presidente, por los temas del Día del Niño y del Adulto Mayor. Luego llamaron para cancelar la solicitud porque la dependencia había ordenado que a La Hora no se le diera anuncio, consecuencia clara y directa luego de las críticas frontales que hemos dirigido al gobierno por la forma en que enajenaron bienes del Estado burlando burdamente las leyes del país.

El 29 de agosto fue la última vez que el gobierno pautó algún anuncio con La Hora, lo que es indicativo de cuánto ha pesado nuestra crítica en el caso de Puerto Quetzal en el ánimo de quienes gobiernan. Y hacemos este comentario el día de hoy no para que nos den anuncio, sino porque es importante que la ciudadanía sepa que entre otros actos de corrupción, están usando el presupuesto del Estado con criterio de fafa, es decir, para condicionar el comportamiento de los medios de comunicación y eso es inmoral e indecente.

La libertad de expresión siempre ha sido condicionada por factores económicos y de esa cuenta los medios que dependen del anuncio del Estado o de ciertas empresas que también usan sus pautas como fafa, están condenados a someterse vendiéndose al mejor postor. Eso pasa aquí y en cualquier lugar del mundo y es tema de muchos estudios y tratados el condicionamiento económico como un factor limitante de la libertad de prensa, de la libertad de expresión del pensamiento.

Nosotros hemos logrado una vida de más de noventa años a pesar de quienes han querido acallarnos en algún momento por medio de represalias económicas y gracias a Dios nos encaminamos a nuestro centenario con la cabeza en alto y la satisfacción de que nuestra pluma nunca ha estado condicionada por el pago de una pauta publicitaria. En noventa años han sido muchos los gobiernos que se han encabritado por la independencia de La Hora y seguramente que en nuestro futuro habrá muchos otros que tendrán la misma actitud, porque nosotros no cambiaremos la nuestra. Quede constancia, empero, de que el dinero del erario se usa para premiar y castigar según las publicaciones.

Minutero:
Preferimos la decencia
y no vendemos la conciencia;
no hay pauta suficiente
para ya no ser decente