Buscan apoyo de indí­genas


Protestas. Activistas de Greenpeace realizaron una protesta en Alaska, donde inicia la reunión por la caza de las ballenas.

Estados Unidos y Japón podrán estar enfrentados en el debate sobre la caza de ballenas, pero tienen un objetivo común: ganarse el apoyo de grupos indí­genas y comunidades costeñas.


En ví­speras de las conversaciones de la Comisión Ballenera Internacional (CBI) que comienzan la próxima semana en Anchorage, Alaska, Estados Unidos -un gran opositor a la reanudación de la caza industrial de ballenas- intenta lograr el apoyo de los 75 paí­ses miembros para que se mantengan las cuotas de caza para las comunidades nativas de ese Estado del noroeste estadounidense.

Desde la otra orilla, Japón, que lidera el grupo a favor de levantar la moratoria de caza, realiza grandes esfuerzos para que sus tradicionales comunidades costeras puedan capturar un número no especificado de ballenas de Minke bajo las mismas reglas que permiten las actividades de los Inupia y Yup’ik en Alaska.

Pese a que la CBI, que tiene a su cargo la conservación de los mamí­feros, impuso una moratoria en 1986, permite que ciertos grupos étnicos de Estados Unidos, Rusia y Groenlandia puedan cazar animales protegidos con el fin de satisfacer necesidades culturales y de subsistencia.

Japón lucha desde hace 20 años por lo que llama cuotas de emergencia para cuatro de sus pequeños poblados costeros dedicados a la caza de ballenas, petición negada por la CBI, que sostiene que dichas cuotas serí­an «comerciales» y por ello impedidas por la moratoria.

Los japoneses lo volverán a intentar este año, y los expertos prevén que la iniciativa nipona se transformará en una de las principales discusiones de la reunión de Alaska.

Japón es muy criticado por grupos ambientalistas por presuntamente abusar de la caza con «fines cientí­ficos», algo permitido bajo los términos de la moratoria.

Y aquí­ entra el juego polí­tico. Tokio puede usar su poder en la CBI para bloquear la solicitud estadounidense a menos que se contemplen sus propias demandas.

Se requieren tres cuartos de la CBI para aprobar la solicitud de cuotas. Los japoneses y sus aliados tienen los votos suficientes para impedir la aprobación del pedido de Washington.

«Esperamos que se dé el mismo trato a cualquier propuesta de Japón de cuotas para nuestras tradicionales comunidades balleneras costeras, donde las ballenas serán atrapadas por sus pobladores, serán procesadas localmente, distribuidas localmente y consumidas localmente», dijo el comisionado alterno de Japón ante la CBI, Joji Morishita.

«Lo que hay que preguntarse es si importa que una ballena sea cazada bajo la llamada Subsistencia Aborigen de Estados Unidos, o por la caza comercial de Islandia o de Noruega, o por las comunidades balleneras de Japón», señaló.

«Por supuesto que no. Lo más importante es que la práctica sea sustentable. Y lo es», dijo Morishita en referencia a la demanda de su paí­s.

Japón ha negado cualquier intención de bloquear la cuota pedida por Washington para sus comunidades aborí­genes, pero varios expertos han manifestado dudas de que los aliados de los nipones respeten esa lí­nea.

En 2002 una coalición liderada por Tokio rechazó la cuota para Estados Unidos, pero poco después dio marcha atrás.

Y en 2006 las naciones en favor de la caza de ballenas lograron una ajustada mayorí­a 33-32 en favor de la aprobación de una resolución simbólica que establece que la moratoria ya no es necesaria.

Los analistas prevén que William Hogarth, comisionado de Estados Unidos ante la CBI, busque el respaldo de los paí­ses del Caribe actualmente aliados de Japón.

«Con el actual panorama internacional de intereses, la caza de ballenas continuará, al menos en el corto plazo», dijo Hogarth en un informe que ha circulado en Anchorage.

«Entonces, cualquier negociación deberí­a contemplar ese hecho», agregó.

Las declaraciones de Hogarth se produjeron en aparente respuesta a pedidos del cierre de la CBI por su incapacidad para lograr un esquema eficaz para el control de la caza de ballenas.