El Partido Popular, en la oposición desde 2004, fue el ganador en número de votos en las elecciones municipales y regionales del domingo en España, pero a diez meses de las legislativas, el gobernante Partido Socialista Obrero Español de Rodríguez Zapatero, amplió su poder territorial.
Según resultados oficiales definitivos de los comicios celebrados en 8.111 ayuntamientos de España, el PP obtuvo el 35,6% de los votos contra el 34,9% para el PSOE, una diferencia de sólo 155.991 votos (0,7%), pero los socialistas crecieron en poder local, pues obtuvieron más concejales: 24.026 frente a 23.347 para el PP (679 concejales más).
Conocidos los resultados la noche del domingo, ambos partidos, que se alternan en el poder central desde el restablecimiento de la democracia, cantaron victoria: uno por haber logrado más votos y el otro por haber obtenido más concejales.
«El Partido Popular ha vuelto a ser el primer partido de España», afirmó un exultante presidente del PP, Mariano Rajoy.
La lectura de la número dos del gobierno español, María Teresa Fernández de la Vega, fue, obviamente, distinta. Los resultados son una muestra de «continuismo y estabilidad» a nivel local, sostuvo.
Sin embargo, la mayoría de los analistas políticos coinciden el lunes en que «la reflexión del PSOE parece obligada». Los periódicos de derecha no sólo hablan del «fracaso personal» de Zapatero, que podría convertirse en una «estrella fugaz», sino que prácticamente exigen la convocatoria de elecciones anticipadas.
«Esto no supone un referendo de la política del gobierno» central, se defendía De la Vega la noche del domingo, consciente, sin embargo que la tasa de participación del 63,85%, casi cuatro puntos menos que en las municipales de 2003, perjudicó al PSOE.
El PP arrasó en sus feudos de Madrid y Valencia, tanto en la capital como a nivel regional y ganó en Marbella, pero perdió el control de 10 de las 30 capitales de provincia que controlaba. En cambio el PSOE podría conquistar -con pactos- varias grandes ciudades en las que gobernaba el PP: como Victoria, Cáceres, León, Orense, Vigo, Toledo, Tarragona, Zamora o Mérida.
A nivel regional, ambas formaciones conservan sus bastiones: Madrid, Comunidad Valenciana, Murcia, Castilla y León, La Rioja, y las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla para el PP; y Aragón, Asturias, Extremadura, Castilla La Mancha para el PSOE, que también controla Andalucía y Cataluña.
En el País Vasco (norte), el Partido Nacionalista Vasco (PNV, moderado) sigue siendo la fuerza más votada, pero se nota una subida de los socialistas, lo que es interpretado como un respaldo al proceso de paz impulsado por el gobierno central para poner fin al terrorismo de ETA (819 muertos en casi 40 años de lucha armada).
La izquierda independentista pudo medir su alcance electoral a través del partido Acción Nacionalista Vasca (ANV) por el cual pidió votar la ilegalizada Batasuna, brazo político de ETA, que se convirtió en cuarta fuerza política con 337 concejales y 17 alcaldes.
El incremento del poder territorial de los socialistas quedaría fortalecido con tres nuevas regiones: Navarra (norte), donde tendrían que alcanzar un pacto con los nacionalistas de Nafarroa Bai, desbancando del poder a la versión local del PP; las islas Baleares, donde la derecha pierde la mayoría absoluta, y las Islas Canarias.
La euforia se apoderó el domingo de la dirigencia conservadora española, que sin José María Aznar a la cabeza se lanzó a festejar desde el balcón de la sede nacional del PP en Madrid, satisfecha de los resultados de unos comicios que presentaron como «la primera vuelta» de las generales de 2008.
Y puede que lo sean, pues desde 1983 el partido más votado en las municipales, llega después a La Moncloa, como ocurrió con los socialistas hace tres años. Pero esta vez no está tan claro porque el PSOE ganó poder a nivel territorial.
«La distribución del poder real apenas ha cambiado (…) Ni vuelco ni triunfo clamoroso para ninguno de los grandes partidos», opina desde Barcelona, lejos del triunfalismo arrollador del PP, un analista del diario barcelonés La Vanguardia.
Mariano Rajoy, líder del derechista PP.