Ejército libanés mantiene cerco


Refugiados. Dos niños palestinos esperan junto a su familia el mejor momento para abandonar el campo de refugiados de Nahr al-Bared.

El sitio del ejército libanés a un grupo de islamistas en un campo de refugiados palestinos entró hoy en su segunda semana, sin que se observe una perspectiva clara de solución de esta crisis.


Tiroteos esporádicos podí­an escucharse a media jornada entre el ejército, desplegado en torno al campo desde que comenzó la crisis el 20 de mayo, y los islamistas de Fatah al Islam.

Los enfrentamientos nocturnos entre el ejército y los islamistas se registran cada dí­a desde el martes cuando comenzó una tregua, después de tres dí­as de combates que dejaron 78 muertos entre las fuerzas libanesas y los miembros del Fatah al Islam.

Los combates comenzaron cuando los islamistas lanzaron varias emboscadas mortí­feras contra los soldados libaneses.

Mientras continúa el sitio al campo de refugiados, no se ven los medios para salir de la crisis en medio de la tensión reinante.

El comandante en jefe del ejército, el general Michel Sleiman, reiteró ayer que el «ejército está determinado a detener a los asesinos (del Fatah al Islam) y a ponerlos a disposición de la justicia».

Una fuente gubernamental, que pidió mantener el anonimato, indicó este lunes que las autoridades libanesas habí­an dejado a las «organizaciones palestinas la posibilidad de resolver el problema con el Fatah al Islam sin lí­mite de tiempo».

Miles de refugiados

Entre 3.000 y 8.000 civiles permanecen en el campo de Nahr al Bared (norte de Lí­bano), donde están atrincherados los islamistas de Fatah al Islam rodeados por tropas libanesas, afirmó ayer domingo la Agencia de la ONU para los Refugiados de Palestina (UNRWA).

«Es difí­cil obtener cifras exactas, pero según nuestros datos, hay aún entre 3.000 y 8.000 refugiados en Nahr al Bared», señaló en una rueda de prensa en Trí­poli el director de la UNRWA en Lí­bano, Richard Cook.

El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) estimó el sábado en 10.000 los refugiados aún presentes en el campo, donde habitualmente viven unas 30.000 personas.