Imagen estructural del Gorila


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El título del presente artículo corresponde a un libro editado al final de los años setenta en Chile, en el mismo se hace un análisis del perfil psicológico de las personas que ejercían en ese entonces el poder gubernamental; es decir, el siempre mal recordado Augusto Pinochet y su camarilla de milites.

Fernando Mollinedo
jofermoca@gmail.com


Se analizó el contexto del ejercicio del poder, es decir, las causas naturales, políticas y emocionales que indujeron a las autoridades chilenas a mandar, ordenar y ejecutar las órdenes administrativas para la conducción del Estado; siendo ellas, las naturales,  como el atender las necesidades que requería  la administración para realizar sus actividades; las políticas, fueron las que perseguían la satisfacción de las necesidades reales, prácticas  del pueblo, y las emocionales, las que fundamentándose en el poder que ejercían, las hicieron cumplir “a puro huevo”.

En Guatemala, la historia política nos indica que, a través del ejercicio del poder, hemos tenido GORILAS MILITARES y GORILAS CIVILES ejerciendo el cargo de Presidente de la República; vicepresidentes, ministros y secretarios de Estado, es decir que, el término de Gorila no es exclusivo para los militares; es para todas aquellas personas que SIN IMPORTAR RAZONES EN CONTRA ordenan, ejecutan, imponen, autorizan actos jurídicos que en determinada forma lesionarán el patrimonio nacional, basándose en la autoridad transitoria que en ellos ha delegado el pueblo por medio de elecciones “libres” (BELICE).
“Esta mula es mi macho”, ¿y quién los pudo y puede convencer que están o estuvieron equivocados en su apreciación de la realidad?  Lo cual podría devenir o traer consecuencias jurídicas nefastas para el Estado de Guatemala (PERENCO);  la circunstancia muy especial de ejercer cargos de poder público, no quiere decir que tales personas sean capaces para ello; PERO… por tener el ejercicio del poder, creen que lo pueden hacer… y lo hicieron, ¿y qué? ¿quién pudo o podría hacerlos recapacitar? O en su caso, ¡se calla o se muere!

La fuerza del poder: la intimidación, la amenaza y la eliminación física, son las armas favoritas del ejercicio del poder; esa es la fuerza semejante de los gorilas que impelen a su manada a respetar sus decisiones a cambio de no golpearlos o matarlos.  Lo anterior debilita por ende la capacidad gubernativa para atender las necesidades de la población. Como ejemplo: los insumos para el Ministerio de Salud (NO HAY).

Tener un Estado fuerte, organizado con suficientes instituciones dirigidas a buscar y encontrar por lo menos paliativos a las grandes necesidades del país, parece ser una utopía en Guatemala, puesto que en cada administración se vende, cede, regala o transa el país con extranjeros. 

Los GORILAS siempre existirán en Guatemala; son los que transan con las farmacéuticas las medicinas vencidas, los que se hacen los babosos con el narcotráfico, se ingenian el hueveo de instituciones estatales (GUATEL, canelarzú), y concesionan el territorio nacional, aparte de otras transas ilegales.