Malos, culpables e irresponsables: eso somos


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Es demasiado. Niños asesinados dentro de una escuela en Tactic; niños víctimas de abuso sexual; niñas maltratadas y vendidas  por su madre; niños que mueren mientras caminan de regreso a su casa, otros que pierden la vida por una bala disparada por un extraño para otro sujeto desconocido por el infante.

Niños que mueren, niños que viven si es que acaso es correcto escribir ese verbo, cuando hablo de niños sin alimento, sin cuidado, sin amor.

Claudia Navas Dangel
cnavasdangel@yahoo.es


Niños explotados por adultos sinvergüenzas avalados por un Estado ineficiente, incapaz de proteger a quien no le provee tributos ni votos y por una sociedad que con su indiferencia aprueba o normaliza situaciones extremas por ejemplo, como el trabajo infantil, otras dos palabras que juntas no tienen sentido.

Un país que resta dinero a la educación para apoyar obras que seguramente no serán ejecutadas correctamente y con las que muchos funcionarios y amigos de estos se llenarán las bolsas y financiarán su llegada a la presidencia para poder robar más.

Es un país que no merece ayuda de organismos internacionales, es un país que se ha ganado a pulso y con esmero calificaciones terribles y expresiones que antes me dolían, Guate PEOR –Guate MALA, sí, muy mala.

Y digo país y no gobierno, porque al final todos tenemos parte de culpa en lo que sucede. Elegimos corruptos y además imbéciles para que nos gobiernen y cuando vemos acciones erradas, más bien estúpidas como la distribución del presupuesto, nos quedamos callados.

No salimos con camisetas blancas a protestar a esas “sucias” calles del centro, porque quienes se verán afectados no son nuestros hijos, ni los de nuestros amigos.

No levantamos carteles por los niños degollados en un pueblito lejano, porque no tuvieron videos que señalaran asesinos, ni son  tema en las redes sociales.

Qué más da que muchos niños hayan sido violados durante la guerra y luego asesinados con saña, si ni siquiera habíamos nacido. Es más importante protestar por una cerveza enlatada en rojo y verde o armar alboroto porque alguien no gusta de Arjona, ese sí es motivo para manifestarse, para protestar.

Amo a Guatemala y la odio. Detesto a los políticos y a los grandes empresarios que se forran con nuestros limitados pero al fin de cuentas sudados dineros transformados en impuestos, cuando bien podrían, como debería de ser, mejorar la salud, la educación y que los niños vivan –ahí sí sería correcto el verbo–, con dignidad.