Reaparece clérigo chií­ta


Especulación. EE.UU. aseguró que Moqtada al-Sadr se encontraba en Irán.

El clérigo radical chií­ta Moqtada Sadr salió de la clandestinidad hoy y reapareció ante sus fieles en la mezquita de Kufa, al sur de Bagdad, donde tendió la mano a los sunitas y pronunció un sermón hostil a Estados Unidos.


«Â¡No, no a América! ¡No al colonialismo! ¡No a Israel! ¡No a Satán!», lanzó durante la principal oración semanal Moqtada Sadr, que no habí­a sido visto en público desde octubre de 2006.

Para el ejército estadounidense, Moqtada Sadr se escondí­a en Irán, mientras que para sus partidarios nunca abandonó la ciudad iraquí­ de Kufa.

«Quiero renovar nuestra exigencia de que se vaya el ocupante. Hemos reunido suficientes votos en el Parlamento para bloquear cualquier renovación del mandato estadounidense en Irak», agregó ante un millar de fieles.

El clérigo radical pidió por otra parte a su milicia, el Ejército de Mahdi, que no se peleara con las fuerzas de seguridad iraquí­es.

«Todo combate entre nuestros hermanos del Ejército de Mahdi y el ejército y la policí­a iraquí­es está prohibido», ordenó después de que recientemente se registraran enfrentamientos entre estas fuerzas en varias ciudades del sur y del centro de Irak.

Moqtada Sadr dirige el Ejército de Mahdi, una milicia chií­ta que tiene entre 10.000 y 60.000 combatientes, según las estimaciones. Goza de un amplio apoyo entre los chií­tas de Bagdad y las clases desfavorecidas de las ciudades del sur del paí­s.

El jefe radical chií­ta también tendió la mano a la comunidad sunita.

«He hablado con nuestros hermanos sunitas y les he dicho que somos hermanos y que el ocupante no debe dividirnos. Son bienvenidos y estamos dispuestos a cooperar con ellos a todos los niveles. Esta es la mano que les tiendo», agregó.

Moqtada Sadr siempre se ha presentado como el defensor de la unidad de Irak, a través de todas sus confesiones, pero al mismo tiempo su milicia es responsable de numerosos crí­menes contra la comunidad sunita.

Rompió con la lucha armada tras dos insurrecciones sangrientas durante las cuales sus partidarios se enfrentaron violentamente al ejército estadounidense en abril y agosto de 2004, para entrar en el juego polí­tico.

Con 32 diputados, su corriente es el más importante movimiento en la coalición parlamentaria chií­ta, la Alianza Unificada Iraquí­ (130 escaños de un total de 275).

No obstante, en abril, los seis ministros afiliados a Sadr dejaron el gobierno para protestar por la negativa del primer ministro Nuri al Maliki a establecer un calendario de retirada del paí­s de las tropas estadounidenses.

Por otra parte, el ejército estadounidense perdió a otros seis militares en Irak en el mismo momento en que, en Washington, el Congreso cedí­a ante el presidente George W. Bush y aprobaba una ley de financiación de la guerra sin ningún calendario de retirada de las tropas de Irak.

El Congreso votó ampliamente a favor del texto que aporta 120.000 millones de dólares hasta septiembre a las operaciones militares en Irak y Afganistán.

Tras semanas de pulso con la Casa Blanca, finalmente los demócratas en el Congreso renunciaron a condicionar el financiamiento de la guerra a una cláusula que fijara una fecha para comenzar la retirada de las tropas de Irak.

En cambio, el nuevo texto fija la necesidad de alcanzar 18 objetivos polí­ticos y económicos que el gobierno iraquí­ debe respetar.

El jueves, Bush aseguró que una retirada anticipada de Irak tendrí­a consecuencias catastróficas para ese paí­s, pero también declaró que las tropas estadounidenses se irí­an si se lo pedí­a el gobierno de Bagdad.