Lí­bano determinado a erradicar terrorismo


Operativo. Soldados libaneses resguardan una calle en Beirut donde explotó una bomba.

El primer ministro libanés, Fuad Siniora, subrayó hoy la determinación de su gobierno a «erradicar el terrorismo sin causar daño a los refugiados palestinos», que siguieron abandonando el campo de Nahr Al Bared, en el norte del paí­s.


«No aceptaremos que se atente contra la autoridad del Estado, del gobierno y del ejército (…) Actuaremos para erradicar el terrorismo y hacernos cargo de nuestros hermanos, los refugiados palestinos, y asegurar su protección», dijo Siniora durante un discurso televisado con motivo del séptimo aniversario de la retirada israelí­ del sur de Lí­bano.

«No cederemos al terrorismo (del grupo Fatah al Islam)», agregó el Primer Ministro libanés en referencia a los islamistas que el domingo pasado desencadenaron enfrentamientos con el ejército libanés en el campo de Nahr Al Bared y en la ciudad de Trí­poli que causaron un total de 69 muertos.

La marina libanesa informó del hundimiento en la madrugada de hoy de botes neumáticos con extremistas de Fatah al Islam a bordo que trataban de huir de Nanhr Al Bared por la costa del Mediterráneo.

Además, se negó a precisar el número de combatientes que iban en las embarcaciones y si los soldados habí­an hecho prisioneros o recuperado cuerpos.

Mientras tanto, en el campo de Nahr Al Bared la situación permanecí­a tranquila y los refugiados seguí­an con su éxodo a pequeños grupos, aprovechando la tregua instaurada el martes, tras tres dí­as de violentos enfrentamientos, los peores desde el final de la guerra civil en 1990.

Casi la mitad de los 31.000 habitantes de Nahr Al Bared ya se trasladaron al campo cercano de Baddaui, a la ciudad de Trí­poli o a los pueblos de sus alrededores, según el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR).

El CICR se prepara para distribuir 200 toneladas de ví­veres a los refugiados que permanecen en Nahr Al Bared, atrapados por el fuego cruzado entre el ejército libanés y los combatientes de Fatah Al Islam, en un alarmante deterioro de sus condiciones.

Hombres, mujeres y niños son cuidadosamente registrados por los soldados, que rodean el campo, donde aún se encuentran atrincherados combatientes del grupúsculo extremista.

El ejército libanés no permite a nadie entrar en el campo y ha establecido un fuerte despliegue en la carretera que une Trí­poli con la frontera siria.

Asimismo, ha excluido toda negociación con los islamistas, a quienes lanzó un ultimátum para que se rindan so pena de enfrentarse a una dura intervención militar.

Fatah Al Islam está acusado de mantener lazos con la red Al Qaida y según la mayorí­a parlamentaria libanesa antisiria también es usado por los servicios secretos de Damasco para desestabilizar a Lí­bano.

Los extremistas perdieron a su número dos el miércoles, según una fuente de la seguridad libanesa que informó del hallazgo de su cadáver.

El ejército libanés no puede entrar en los 12 campos de refugiados libaneses, según un acuerdo lí­bano-palestino de 1969 tácitamente en vigor pese a haber sido declarado caduco por el parlamento de Beirut en 1987.

Los campos están bajo el control de facciones polí­tico-militares palestinas y el ejército libanés mantiene puestos de control en sus entradas.

Al mismo tiempo, Beirut y sus alrededores sufren desde el domingo una nueva oleada de atentados con bomba. El último, el miércoles en la localidad de Aley, a 20 km al este de la capital libanesa, causó 16 heridos, según un último balance dado a conocer este jueves.

Aley es el feudo del lí­der druso y diputado de la mayorí­a parlamentaria Walid Jumblatt, quien acusa a Siria de estar detrás de la actual violencia en Lí­bano. Damasco, sin embargo, niega toda relación con Fatah Al Islam.