GRADUAL PÉRDIDA DE IDENTIDAD DEL GUATEMALTECO


Desde hace algún tiempo me ha inquietado un tema referente a nuestros estereotipos como guatemaltecos y los nacionalismos importados e impuestos por los aprovechados publicistas, es decir, objetos, hechos o conceptos que intentan identificarnos como “chapines”, que resultan, en muchos casos, un verdadero fiasco.

Carlos Ortiz
ortiz.guate@gmail.com


Ahora todo es a lo “tórtrix”. Resulta que el guatemalteco “cool”, el chapín en onda es a la tórtrix. Lo que no nos hemos dado cuenta es que tristemente los famosos “tórtrix, creación guatemalteca de don José René Menéndez Martínez, desde hace muchos años dejó de ser marca guatemalteca, porque ahora esa golosina es producida, encasada y distribuida por la empresa gringa FrutoLay, subsidiaria de PepsiCo.
Dicen los locutores televisivos “Orgullosamente la televisión de Guatemala o guatemalteca”; lo que resulta algo sobrevalorado y obsoleto porque esos canales son propiedad de la empresa mexicana Televisa, y digo propiedad porque a pesar de que las frecuencias son propiedad del Estado de Guatemala, desde hace muchos años son de uso exclusivo del denominado “Ángel de la democracia” (sic), y de ahí que casi la totalidad de la programación de dichos canales es mexicana. ¿Y así siguen atreviéndose a decir que es “televisión guatemalteca”?
“Vamos donde Paiz”, decíamos antes. A mi criterio el caso más triste ha sido la pérdida de la empresa guatemalteca por excelencia, nacida del espíritu emprendedor de don Carlitos Paiz y su fiel esposa. La historia es de todos conocida. Luego de rebotar entre sociedades europeas y estadounidenses, terminó en poder de la transnacional Walmart, que compró varias cadenas de supermercados en Centroamérica y trasladó la administración a Costa Rica, borrando del mapa la que una vez fuera un ejemplo a seguir en supermercados y tiendas de conveniencia. Hasta cambiaron el nombre de los Hiper Paiz y el logo de Paiz se quedó solo en la mente y corazón de muchas generaciones de guatemaltecos.
Incluso ahora tenemos “festivales mexicanos” dentro de esas tiendas, adornados con banderitas tricolores, charros y demás emblemas del país del norte. Me pueden llamar xenofóbico, pero yo ahora mejor compro en La Torre o voy al mercado de La Palmita.
Hasta McDonald’s nos quieren mexicanizar con sus hamburguesas con chipotle, tipo de chile de la variedad del jalapeño que se deja madurar y secar; pero el término “chile” no es atractivo y por eso usan el de chipotle.
Hay mucho que exclaman “Viva Guatemala…ajúa!”, y hace un par de años una empresa malinchista organizó la celebración de nuestra independencia en el Obelisco a partir del 14 de septiembre en horas de la tarde, para esperar las cero horas del 15 de septiembre para “dar el grito de independencia” (¡!) Esa es una cuestión mexicana que tiene razones históricas, pero en Guatemala nunca se dio tal grito. Sin embargo, las autoridades de Quetzaltenango cada año cuando organizan sus fiestas septembrinas incluyen “el grito de independencia”, paseándose en nuestra historia.
Seguramente me quedo corto con esos ejemplos de la pérdida gradual de nuestra identidad de guatemaltecos, como consecuencia de la mexicanización dentro de nuestra idiosincrasia. Aunque muchos detestan a nuestros vecinos del norte, cantan a todo pulmón las rancherotas de Vicente Fernández, las baladas de Maná y suspiran por las curvas de Lorena Herrera. Muchos emiten vituperios a la selección “tricolor”, especialmente cuando le gana a la de Guatemala, pero a diario se rellenan de pan Bimbo, Sabritas, Jumex y Tampico, entre otros.
Es más, se mofan de los mexicanos y su matrimonio gay, pero dejan a sus esposas suspirar con estúpidas y carentes de sentido novelas mexicanas, programas de chismes, chistes y otras tonteras producidas por la televisión mexicana. Hay niños y jóvenes que sueñan con ser elegidos para figurar en la “Academia” y han adoptado el “naco”, “chido”, “güey” o “puñal” como su léxico natural. Con tristeza veo como nuestra identidad azul y blanco se tiñe verde y rojo. ¡Qué lástima!