En la convención republicana de Estados Unidos se pudo notar la presencia de abundantes afiliados radicales con mensajes de odio contra el presidente de ese país, Barack Obama. Lo tildaron de ser comunista, socialista, musulmán y extranjero, cuidándose de no llamarlo negro para no caer en planos de discriminación extrema, pero la connotación de los ataques era de pleno desprecio y vilipendio de la figura presidencial.
No extraña, en ese contexto, que en el Estado de Georgia se haya desbaratado un grupo miliciano compuesto por miembros del Ejército de Estados Unidos que se habían dedicado a comprar armas por 85 mil dólares para equiparse a fin de conseguir su objetivo de matar a Obama. Precisamente por esos mensajes llenos de odio y rencor, alentados no sólo por el llamado movimiento Tea Party sino también por la dirigencia del partido republicano que repite constantemente los ataques al Presidente, como el mismo Romney que “bromeó” recientemente sobre su partida de nacimiento en alusión a la de Obama que gente como Donald Trump regatean, es que hay tanta disposición a la violencia entre la gente más ignorante del país.
Hace algún tiempo la representante de Arizona, Gabby Giffords, fue atacada a tiros por un fanático al que habían convencido los programas de radio más radicales que la demócrata era enemiga del país por no plantarse ante los inmigrantes como lo hacen los republicanos.
Estados Unidos es un país lleno de grandes virtudes, de sólidas instituciones y de principios democráticos, pero cada día más pesa esa prédica del odio que cae en terreno fértil entre esos pobladores poco educados, más bien rudimentarios, que se creen a pie juntillas las patrañas de los políticos que las dicen para ganar votos, pero no entienden que están sembrando tal clase de odio entre su gente que no es remoto que aparezca un enajenado para matar a alguien como Obama, por el simple delito de tener la piel de otro color y, por ello, ser cuestionado en su “americanismo”, en su patriotismo y entrega a la nación.
Los soldados Isaac Aguigui, Christopher Salmon, el sargento Anthony Peden mataron a uno de sus compañeros conspiradores y a la novia de éste cuando sintieron que los podía delatar. Otro de los miembros de la milicia, Michael Burnett terminó denunciando la conspiración radical de estos extremistas y de esa cuenta no sólo se esclareció el crimen contra la pareja, ocurrido hace pocos días, sino se puede prevenir un atentado contra el Presidente. Pero con tanto odio sembrado por quienes dicen que Obama no es americano, que es musulmán, comunista y socialista, nunca se podrá descartar el aparecimiento de otros locos.
Minutero
Los ultraconservadores
resultaron ser los peores;
generan odio en la gente
para salir del Presidente