Para una familia estadounidense, sus vacaciones de verano significaron mudarse a Marte. Bueno, en realidad, significaron acomodar sus actividades al horario marciano.
Desde que la más reciente sonda de la NASA se posó en el planeta rojo, la familia del director de vuelo David Oh tomó la extraña decisión de cambiar sus actividades diarias para acompañar, a la distancia, al explorador que dejó atrás los tiempos de la Tierra y sincronizar su reloj biológico con Marte.
Cada vez que hay una misión a Marte, un pequeño ejército de científicos e ingenieros se reportan a trabajar según la hora marciana durante los tres primeros meses, pero es inédito que una familia entera ponga de cabeza sus vidas para ajustarse a lo que equivale a un cambio de zona horaria por día.
Intrigada acerca de lo que significaba mantenerse en un horario extraterrestre, la esposa de Oh, Bryn, no quiso dejar pasar la oportunidad de que sus hijos —Braden de 13 años, Ashlyn de 10 y Devyn de ocho— vivieran una aventura marciana desde su casa, cerca del Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA, donde se construyó la sonda Curiosity.
«Todos nos sentimos un poco somnolientos, con el horario un poco desajustado durante todo el día, pero todos lo llevamos muy bien», dijo Bryn Oh dos semanas después de iniciar el experimento.
Los días en Marte son un poco más largos. La Tierra gira sobre su eje una vez cada 24 horas, lo que equivale a la definición de un día. El vecino Marte gira un poco más perezosamente. Los días allí —conocidos como sols— duran 39 minutos y 35 segundos más que en la Tierra. La diferencia diaria puede no parecer mucho, pero se va acumulando.
Para mantenerse al mismo paso, cerca de 800 personas que son parte del proyecto de 2.500 millones de dólares se han entregado al ciclo marciano de luz y oscuridad. En el sentido más simple, cada día se desliza hacia delante 40 minutos. Eso se traduce exóticos horarios de trabajo, sueño y alimentación. Muchos dicen que se siente como un «jet lag» (desajuste de horario) perpetuo.
La familia Oh se incorporó lentamente. Un cartel en su puerta de entrada advierte: «En Tiempo de Marte: Director de Vuelo Dormido. Vuelva más tarde».
Días antes del descenso del Cusiosity el 5 de agosto, los niños se quedaron despiertos hasta las 11:30 pm y durmieron hasta las 10 am. Al principio, no era muy distinto de un típico día de vacaciones de verano. A medida que pasaban los días, se quedaban despiertos más tarde, hasta despertarse por la tarde y por la noche.
Un día de la semana pasada la familia desayunó a las 3 de la tarde, almorzó a las 8 de la noche, cenó a las 2:30 de la madrugada y comió un postre a las 5 de la madrugada antes de irse a la cama.
Para dormir cuando hay luz solar, sus ventanas en la habitación están cubiertas con papel de aluminio o un trapo para impedir la entrada de cualquier rayo de luz. En el pasillo, un calendario a mano hace un seguimiento de los días y los horarios están escritos en un gran espejo. Un reloj digital en el dormitorio principal está ajustado de acuerdo con la hora marciana.
Bryn Oh mantiene al día una meticulosa hoja de cálculo con las horas de trabajo de su marido y las actividades de la familia. Todos llevan un dispositivo inalámbrico que controla sus pasos, las calorías que queman y los patrones de sueño.
Cuando David Oh le cuenta a sus colegas que están trabajando en el horario marciano y a sus amigos en el terrestre sobre el cambio, «algunos de ellos piensan que es genial tener a los niños a bordo. Otros que trabajaron en otras misiones a Marte me han dicho: ‘estás loco»’.