Para despejar dudas sobre su decisión de aplicar mano dura, ayer el mandatario dijo que esta semana tendrá una reunión para explicar los mitos y realidades del negocio de Puerto Quetzal, pero advirtiendo que el mismo va, que no hay vuelta de hoja ni posibilidad de discutir la legalidad de las acciones. En otras palabras, todas las observaciones formuladas en cuanto a la forma en que se realizó el negocio han sido desestimadas por el gobierno que, como se observó desde el principio, está total y firmemente amarrado para realizar la operación.
Los argumentos críticos han sido contundentes y de hecho es válido afirmar que fuera de la gente de gobierno y de unos pocos empresarios que creen que con tal de realizar la obra en el puerto no importa cómo se haga, en general hay una sensación contraria entre los guatemaltecos porque el secreto y la forma en que se hizo el negocio suena más a una emboscada que a una negociación decente y transparente. Pero al final de cuentas, prevalece la mano dura y eso significa que sin titubeos, sin vacilaciones, sin aceptar ninguna crítica, el gobierno del presidente Pérez Molina va para adelante en esta operación con una firma española y concesionará el puerto a como dé lugar, aunque sea disfrazando la concesión bajo la figura del usufructo.
Al fin y al cabo, para ello fue que nombró en la portuaria como Interventor a un abogado que viene de una firma que se especializa en asesorar a sus clientes para obtener ventajosos contratos con el Estado. De esa firma salen los abogados que fraguaron la operación dentro de la portuaria, los que redactaron la normativa para los usufructos y prepararon el terreno para darle apariencia de legalidad al negocio. Tenemos que entender los guatemaltecos que si el mismo Presidente desde el momento de hacer el nombramiento de interventor buscó a alguien con tales credenciales, estaba ya decidido y comprometido para ir hasta el final.
La sensación de que se dispuso arbitrariamente de los bienes del Estado, enajenándolos en la forma en que se hizo y como una especie de regalo para los inversionistas, es muy extendida, pero de nada sirve porque no estamos para escuchar razones sino para tildar de mito todo lo que se ha dicho para cuestionar una operación con espantoso olor a podredumbre.
Sobre aviso no hay engaño y ya se sabe que el negocio va. Pero es bueno que esa misma máxima quede clara a los españoles, porque hay que documentar desde hoy las oposiciones para que el día de mañana, cuando se pida la lesividad del contrato, no puedan alegar que no estaban al tanto de las ilegalidades que ya se hicieron ver.
Minutero:
Nada frena la concesión
de los servicios del puerto:
se tomó la decisión
de ignorar el entuerto