Yo sé que con tu nombre
entre los labios lloraré
y que en las puertas del cementerio
a Dios clamaré
y que con el alma hecha pedazos
de tanto sufrir por ti,
una oración por tu alma rezaré.
Eduardo Alfonso Luna Estrada Céd. A-1 309873
Después de mucho andar
en el cementerio
se aproxima nuestra separación,
los árboles doblegados por el viento
rinden su último saludo.
Las nubes se han oscurecido
y el Sol han ocultado;
cae la lluvia,
recuerdo el instante en que te perdí;
vivo en carne viva
la hora de tu muerte.
Pienso si no será mejor morir
a resignarme a vivir sin ti.
Vienen las cristalinas lluvias
a mi mente
tu muerte a recordar,
y las confundidas auroras con su luz
nuestras almas vienen a iluminar
y en su interior a morir.
Los pasos de nuestra vida
yacerán olvidados
en el cruel cementerio,
a través del tiempo
en una nube de polvo se perderán
para ya nunca volver.
Con tristes abrazos
aquel duelo despedimos.
Las flores que tu tumba
adornando están,
al morir
sus perfumes jamás
nos volverán a envolver,
no importa cuan hermosa sea una flor,
su destino es morir
en nombre del amor.
He visto muchas tumbas
desnudas y abandonadas,
mas ahí en el santo campo,
la vida es muerte y la muerte vida,
para siempre los restos descansarán,
mas las almas angustiadas están esperando
la mano que a Dios sabe guiarlas.
Las estrellas con su luz
tu tumba abrazarán
y la cenicienta luna
a solas te arrullará.
Muy de mañana
todos los días,
las aves canoras
te llegarán a cantar su melancolía
que como un himno a tu alma llegará.
Quisiera ser de un campanario
su herrumbrada campana
y por ti a solas doblar.
Quisiera ser rayo de Sol
para alumbrar la cruz
que sobre tu tumba está.
Adiós alama de mi alma,
yo sé que el cuerpo muere de verdad
y no habrá ninguna resurrección,
mas tú vives,
porque muerto es el que piensa que lo está.
Tristeza me da recordarte
Al sonar el triste tañer de las campanas,
¡en el crepúsculo del día!