El triunfo del marchista Érick Barrondo nos llenó de satisfacción y orgullo a todos los guatemaltecos y su retorno al país debe ser motivo de alegría para que los ciudadanos podamos mostrarle nuestro aprecio y respeto. Sin embargo, es notorio que la figura del atleta está siendo explotada por tirios y troyanos que quieren bañarse en las aguas triunfales de la competencia olímpica.
Barrondo se tiene que convertir en un auténtico ejemplo para la juventud del país porque necesitamos ese tipo de papeles ejemplares que demuestren que el futuro y el éxito de nuestras nuevas generaciones no está ni en las pandillas ni en formas de vida que buscan la rápida acumulación de fortuna a como dé lugar. Barrondo llegó al éxito gracias a un trabajo disciplinado y a un esfuerzo constante que le ha permitido no sólo convertirse en el primer atleta nacional en obtener una medalla olímpica, de plata en su caso, sino que además obtener algunos beneficios económicos que ojalá se concreten y no queden en palabras vacías usadas como propaganda sea comercial o política.
Debemos, en consecuencia, ser muy respetuosos con el atleta y entender que no es un objeto de propaganda sino un deportista excepcional que tiene todavía mucho que ofrecerle al país y cuyo gran esfuerzo es un ejemplo digno de imitar. Esos veinte kilómetros recorridos en medio de la élite mundial del deporte de la marcha son una muestra de que no hay barreras imposibles de vencer cuando existe la determinación tras una buena y efectiva preparación para la vida. Érick Barrondo, en su recorrido por las inmediaciones del palacio real de Inglaterra, nos abrió a todos los ojos sobre el significado de hacer las cosas bien, con dedicación y entrega, para cosechar resultados positivos.
Hoy vuelve a su país y encontrará sin duda a una multitud que le quiere mostrar su aprecio y agradecimiento por lo que hizo para situar el nombre de nuestra Guatemala entre las naciones que han tenido logros olímpicos. Encontrará también a gente que quiere aprovecharse de su éxito para llevar agua a sus propios molinos, ya sea explotando comercialmente su figura o utilizando políticamente su presencia. El caso es que estamos frente a un acontecimiento sin precedentes en la historia del país y que tenemos que dimensionar con justicia lo que este atleta hizo. Cierto que fue bien entrenado y que la marcha parece ser un caso excepcional en nuestra estructura deportiva porque hace años se viene trabajando bien. Pero respetemos el esfuerzo, la dedicación y entrega de Érick Barrondo como un ejemplo para nuestros jóvenes de hoy. Se puede y se debe triunfar en ese marco de disciplinado trabajo para lograr las más altas metas.
Minutero:
Parece que es exabrupto
hablar de que hay usufructo;
resulta que el tal negoción
es simple y llana concesión