Asaltos en el centro


Editorial_LH

En los últimos tiempos se han incrementado los asaltos en el Centro Histórico de la ciudad para robar a automovilistas sus pertenencias, especialmente teléfonos celulares, dinero y joyas. A diferencia de lo que ocurre en otras zonas urbanas donde los ladrones son motoristas, en la zona uno están proliferando los asaltos perpetrados por individuos que se movilizan a pie y que en parejas esperan en los cruceros a que los semáforos se pongan en rojo para desvalijar a los automovilistas blandiendo pavorosas armas de fuego.


La sensación de inseguridad para los guatemaltecos no ha disminuido ni con la formación de fuerzas de tarea para combatir ese tipo de asaltos, porque la verdad es que pareciera que es una plaga la que nos está afectando. Una plaga que se propaga sin control porque no se encuentra la forma de contener el avance de los grupos de delincuentes que, arma en mano, mantienen de rodillas a la población honrada y trabajadora que no tiene medio de defensa ante esas formas de terror que cada día son más fuertes.

En realidad no existe sector de la ciudad donde uno se pueda sentir tranquilo y seguro porque por todos lados actúan los maleantes que se aprovechan de la incapacidad de la fuerza pública y del sistema de justicia para darles su merecido. Es tal el estado de indefensión que la gente se siente aliviada porque, al fin y al cabo, “sólo les robaron y no les dispararon”, expresión que uno escucha repetirse una y otra vez como signo de enorme satisfacción por haber salvado la vida aunque se hayan perdido valiosas pertenencias.

Hay mucho que se puede hacer, desde el control mediante las cámaras instaladas en diversas partes de la ciudad hasta la persecución a quienes comercian con objetos robados, especialmente celulares, no digamos el incremento de presencia policial y patrullaje, pero definitivamente vemos que no existe ni la capacidad ni seguramente la intención firme de entrarle al tema para devolver un poco de paz a la población. Hay cosas “más importantes” que captan la atención de las autoridades como para tener que distraerse con “menudencias” como el robo de un teléfono, de un fajo de billetes o de alguna joya.

La salud mental de los guatemaltecos está en gravísimo riesgo porque mucha gente sufre efectos graves tras el trauma provocado por el asalto a mano armada. Se resiente la productividad nacional y la estabilidad emocional de los habitantes del país en medio de la absoluta impunidad que prevalece para protección de los delincuentes que andan a sus anchas por las calles y avenidas buscando víctimas propicias para sus fechorías.

Minutero:
Si no son los de cuello blanco
son ladrones callejeros;
del despojo somos blanco
y no son casos pasajeros