Mercedes de la Garza (1939), es una escritora, historiadora, investigadora y académica mexicana que se ha especializado en el estudio de la cultura maya y de la cultura nahua, sobre todo en sus religiones, desde la época prehispánica hasta nuestros días. Posee dos licenciaturas, una en Letras Españolas, y otra en Historia. Con base en esta última, ha obtenido postgrados académicos, hasta alcanzar el grado de Doctora en Historia en la UNAM, en donde fue alumna de Miguel León Portilla.
De la Garza recientemente estuvo en el país para presentar su libro “El legado escrito de los mayas”, publicado por el Fondo de Cultura Económica en su famosa colección Breviarios.
El libro es una síntesis sobre la literatura colonial maya, la que fue escrita después de la Conquista española, pero que recoge buena parte de los mitos prehispánicos. De la Garza explica que hubo cierta contaminación española, sobre todo en cuanto a la religión, pero que los mayas coloniales los incluyeron en sus textos, para evitar la censura, pero también hubo cierta crítica contra el cristianismo.
Su idea principal es que los mayas siempre han tenido una fuerte vocación para escribir, y por ello inventaron el sistema de escritura más avanzado de América prehispánica, y que después de la Conquista se adaptaron para escribir con los caracteres latinos. Además, es evidente que hoy día haya un resurgimiento de la escritura maya, y que se esté escribiendo literatura en yucateco o quiché, por ejemplo, aunque este tema no lo toca en este libro.
Para los mayas la escritura era un componente fundamental de la transmisión de su cultura. Por ello, como una reacción contra la evangelización, transcribieron sus mitos, ante la pérdida de sus códices. Mantenían vivas sus tradiciones, a pesar de que esto, en muchas ocasiones, le provocaran castigos y hasta la muerte.
– P: Al leer el título del libro, se pensaría que trataría sobre la escritura maya prehispánica, pero más se enfoca en la literatura maya colonial.
– R: Exactamente, aunque hay un capítulo introductorio sobre la escritura maya prehispánica.
– P: Usted refiere que aún hay algunas dificultades para descifrar la escritura maya prehispánica.
– R: Sí, aunque ha avanzado mucho el desciframiento de la escritura, se pueden leer, pero hace falta conocer algunos jeroglíficos. Entonces, todavía queda abierta la interpretación de los textos prehispánicos. Ahora para hablar de los textos mayas de la época colonial, ya escritos en alfabeto latino, que nos permiten ver el tipo de inquietudes literarias que tuvieron los mayas, como para qué los escribieron, qué características estéticas tienen los textos, qué finalidades, y eso es lo que yo expongo en este libro.
– P: ¿Qué siente, por ejemplo, cuando descubren en El Mirador, que ya descubren algunos pasajes del “Popol Vuh”?
– R: Descubren algunos textos que tienen alguna relación con el “Popol Vuh”, sobre todo lo que tienen que ver con los mitos prehispánicos. Porque el “Popol Vuh” se transcribe después de la Conquista. Entonces se han encontrado algunos textos con los personajes en El Mirador. Sin embargo, estos textos todavía no se pueden leer para decir que allí están los mitos del “Popol Vuh”, o decir allí están Hunahpu e Xbalanque, es todavía un poco interpretativo. Pero sí es un poco interesante que ya se descubran un vínculo entre la literatura prehispánica con los textos coloniales. Esto corrobora que lo que recogieron los textos coloniales fueron los antiguos mitos de los mayas prehispánicos. Solo que los libros coloniales tienen un poco más, porque tienen un estilo narrativo, que les permitió por la escritura alfabética. Recogen tradiciones orales y las experiencias de los primeros momentos de la Conquista.
– P: Usted menciona que en la Colonia, algunas representaciones de los textos de danza y corales, cuando los declamaban o los interpretaban los indígenas, ellos ya sabían que eran merecedores de un castigo posterior. Y es notable que los mismos religiosos pidieron que levantaran estos textos.
– R: Claro, porque los religiosos los consideraron demoníacos. Es que los mayas opusieron una resistencia muy fuerte a la evangelización. Les estaban quitando su cultura, sus tradiciones, y todo, violentamente. Ellos hacían esas ceremonias indígenas clandestinas por las noches, en lugares alejados del pueblo, donde leían estos nuevos textos, escritos por sus sacerdotes o principales, y enseñaban al pueblo sus tradiciones antiguas. A esto yo le llamo una contraevangelización, porque de día los frailes les enseñaban una doctrina cristina, pasajes bíblicos, oraciones, etc. Pero por las noches iban a esas ceremonias. Si los encontraban en esas ceremonias, los castigaban, a veces hasta con la muerte. A veces dicen que es exagerado esto, pero hay textos que hablan de cómo quemaban los códices, sino que también a los sacerdotes, los castigaban y los mataban por estar propagando la «idolatría».
– P: Su campo es la historia, pero hace un esfuerzo por analizar la fonética y la estilística, que a veces es difícil, incluso para los mismos lingüistas, pero algún aporte se puede dar. Por ejemplo, los recursos estilísticos.
– R: La historia de las religiones, es a lo que yo me dedico, desde la época prehispánica, hasta la moderna. En cuanto a los recursos estilísticos, por ejemplo, encontramos los paralelismos, que están presentes en otras culturas y en otras religiones, pero que es muy peculiar de estos textos. Además, que fueron escritos en un tono muy especial, como para ser cantados y recitados. O sea, era para representaciones de tipo teatral. Es muy interesante; yo no ahondé mucho en el estilo del texto, pero sí hago algunas anotaciones estilísticas que me parecen muy especiales de esa literatura.
– P: En los últimos años, gracias a una apertura académica, las personas han empezado a escribir en idiomas, como en quiché o yucateco, incluso novelas. Y que sí se intenta retomar por ejemplo esa estilística de los textos coloniales mayas.
– R: Hay todo un movimiento en todos los grupos mayas, de Guatemala y México, en escribir en sus propias lenguas, para transcribir sus propios mitos, tradiciones e historias, y es muy notable. Yo hablo, en este libro, de la vocación de escribir de los mayas. Luego hablo del redescubrimiento de la vocación de escribir en la época colonial, y toca hablar, aunque yo no lo hago en este libro, de la re-redescubrimiento de la vocación de escribir en la actualidad. Hubo hace unos pocos años, una reunión de escritores mayas en México, que fue presidido por Rigoberta Menchú. Entonces se presentaron escritores en maya yucateco, quiché; entonces, Rigoberta decía que qué tristeza que ahora los mayas nos entendamos solo en español, y que los yucatecos ya no nos entendamos con los quichés. Y es que las lenguas ya son muy diversas. Pero sí ha habido todo un movimiento de recuperación de la escritura maya. Yo conozco a varios indígenas que han reescrito libros muy interesantes recuperando sus mitos y sus tradiciones, incluso escribiendo poemas y otros textos. Esto es excelente, pero yo ya no lo tocó en este libro.
– P: Porque todavía es un fenómeno que está en proceso.
– R: Claro, pero sería muy interesante hacer un análisis de la literatura maya que está surgiendo en la actualidad.
– P: Y es que, como usted advierte en el libro, los mayas siempre han mostrado una fuerte vocación de escribir.
– R: Por algo inventaron esa escritura que fue la más avanzada de América, la que inventaron los mayas prehispánicos, porque eran superinteligentes.
– P: Usted cita una frase del “Chilam Balam de Chumayel”, que refiere sobre la época en que los colonizadores quemaban los códices: «No teníamos ya buenos sacerdotes que nos enseñaran… no teníamos sabiduría y al fin se perdió el valor y la vergüenza, y todos fueron iguales».
– R: …y la vergüenza, y todos fueron iguales (termina de memoria esta cita). Ellos mismos sintieron y expresaron lo que significó que les quitaran sus tradiciones, que les quemaran sus códices.
– P: Ellos sentían que su cultura se fundamentaba en su escritura, y fue una crisis terrible que se les hayan quemado sus códices.
– R: Por eso siguieron escribiendo hasta el siglo XVIII. Esos libros del Chilam Balam, que son como 18 de diferentes pueblos de la Península de Yucatán, empezaron a escribirse en el siglo XVI. El heredero del texto, considerado sagrado, le agregaba cosas, y eventos sucedidos en la conquista, y así continuaron por dos siglos.
– P: Hoy día, los pueblos indígenas, al leer estos textos coloniales, reconocen el tono ceremonial del Rabinal Achi, o los mitos del “Popol Vuh”, a pesar de que no los habían leído antes. Es algo que se mantenido oralmente también.
– R: Algunos historiadores dicen que el Popol Vuh fue escrito por un fraile, pero al comparar con otros textos de otras partes del área maya, son tradiciones prehispánicas, y que también se han transmitido por tradición oral. Ese mito cosmogónico del origen del mundo del “Popol Vuh”, pues es el mismo que encontramos en el “Chilam Balam”, en los “Anales de los Kaqchikeles”, son los mismos.
– P: Usted refiere que las contaminaciones cristianas dentro de los textos mayas coloniales, sirvieron para hacer más comprensibles sus textos ante los ojos de los misioneros, incluso para que éstos aprobaran el contenido.
Un poco para adaptarse, pero también para hacer una crítica. En el “Popol Vuh”, en una de las eras cósmicas refieren que los hombres fueron hechos de barro. Pero el barro no es un material que sirva para hacer humanos, y que por eso se decidieron.
– P: ¿Una crítica al Génesis bíblico?
– R: Sí, una crítica al Génesis pero directa. Ellos decían que esos que vinieron, esos tzules, dicen que los hombres fueron hechos de barro, pero nosotros los indígenas no, nosotros fuimos hechos de maíz.
Los antiguos pueblos mayas crearon una extraordinaria cultura, cuyos vestigios materiales han pervivido causando la admiración de los hombres occidentales desde el momento mismo de la conquista española. Entre estos testimonios se encuentran las ruinas de grandes ciudades, bellas obras escultóricas y un gran número de textos, escritos en caracteres jeroglíficos sobre piedra, estuco, madera, cerámica, hueso, jade y otros materiales, así como en códices elaborados con tiras de papel de amate. Todos estos textos constituyen la expresión gráfica de la historia, las ideas y los sentimientos de los mayas.
La escritura maya es la más avanzada de la América prehispánica. Después de un largo camino de investigación epigráfica, hoy se sabe que la escritura usa signos llamados logogramas para expresar palabras completas, mientras que otros signos representan sílabas o vocales. Una de sus peculiaridades está en que un término se escribía de maneras diferentes; por ejemplo, el título ajaw, señor, puede estar compuesto de un logograma, un logograma complementado con una sílaba, que da la clave fonética para su lectura, o un signo compuesto solo por sílabas.
En ningún momento se utilizaron más de 500 signos, de los cuales han sido descifrados alrededor de 300. Así, pese al gran avance que ha logrado la epigrafía, queda mucho por hallar, pero el desciframiento de los códigos de la escritura maya, aunque todavía incompleto, ha ofrecido una nueva imagen de los antiguos mayas, “desde una amplia visión del cosmos hasta una pragmática estructura de gobierno”.
El conocimiento de la escritura era monopolio de los grupos de poder; la escritura era enseñada no solo a los que habrían de ocupar cargos sacerdotales, sino también a los mandatarios, y quizá a algunos otros miembros del linaje gobernante, pero fueron los sacerdotes quienes elaboraron y manejaron los textos. Esto no significa que el pueblo permaneciera completamente ajeno al contenido de ellos, pues este era dado a conocer en las festividades religiosas, en las cuales los sacerdotes hacían una transmisión oral, apoyándose en los textos, que seguramente era más rica que los datos escritos; asimismo, en estas ceremonias se llevaban a cabo representaciones dramáticas de los mitos, los propios ritos y la historia, materias fundamentales de los textos escritos.
A la llegada de los españoles, todavía se elaboraban códices y, según sus cronistas del siglo XVI, eran muy numerosos. Sin embargo, solo se han conservado tres manuscritos mayas: el Dresde, el París (o Peresiano) y el Madrid (o Trocortesiano), que ningún maya puede ya leer. ¿Qué ocurrió con los libros y con sus creadores?
Los frailes españoles, en su afán de «desterrar la idolatría» y sabiendo tal vez que los códices eran para los mayas objetos sagrados que contenían su tradición religiosa e histórica y, además, la clave para conocer el futuro y la pauta de su comportamiento en el mundo, destruyeron todos los libros que pudieron encontrar, y los sacerdotes mayas fueron perseguidos, torturados y muertos. El obispo fray Diego de Landa, a quien debemos uno de los libros más importantes sobre la cultura maya, la Relación de las cosas de Yucatán, pero a quien hay que atribuir también algunas de las más lamentables acciones en contra de los mayas, entre las que está el famoso “Auto de fe de Maní”, escribe: “Hallámosles gran número de libros de estas sus letras, y porque no tenían cosa en que no hubiese superstición y falsedades del demonio, se los quemamos todos, lo cual sintieron a maravilla y les dio mucha pena.”
Y fray Diego López Cogolludo informa que junto con los libros de sus antiguos ritos, se quemaron “sus historias de sus antigüedades”.
Por su parte, los mayas vieron esta destrucción como una gran tragedia, pues con la pérdida de los códices y de los sacerdotes se perdió para ellos la memoria de su pasado. Dice un autor del Libro de Chilam Balam de Chumayel: “No teníamos ya buenos sacerdotes que nos enseñaran… no teníamos sabiduría, y al fin se perdió el valor y la vergüenza. Y todos fueron iguales…”
Así desaparecieron, desde los primeros siglos de la colonia, los textos y quienes los sabían leer, pero el afán maya de conservar por escrito sus tradiciones religiosas, sus ritos, su acontecer histórico, sus fiestas e, incluso, sus vivencias de la naturaleza, trascendió al profundo cambio ocasionado por la implantación de un nuevo orden político-social y una nueva religión. Algunos hombres mayas, lejos de abandonar su herencia cultural, con una notable conciencia histórica, realizaron una labor que casi siempre es más profunda y perdurable que cualquier acto político: escribir libros. Lo hicieron en sus propias lenguas, aprovechando el aprendizaje del alfabeto latino.
Mercedes de la Garza