La semana que está por concluir ha pintado una crisis política cuya tendencia podría ser hacia la profundización. Los partidos políticos aparentemente se apartan de la iniciativa del Ejecutivo en cuanto al apoyo a la reforma constitucional. El partido oficial se está quebrando. Un intento de soborno se pinta como la guinda que está esperando alguien (un grupo fáctico quizás) para acentuar su campaña (que correría con suma facilidad), para desprestigiar al Congreso de la República.
wdelcid@yahoo.com
Las páginas de “La Hora” han dado cuenta en estos días de cómo se ha ido consolidando la tendencia hacia la promoción de la reforma a la Ley Electoral y de Partidos Políticos, misma que es en dos sentidos, necesaria y urgente. Esta ruta está en sentido opuesto –no complementario– a la perseverancia del Presidente de la República porque se avance en su intención de reforma constitucional. Lo que a simple vista puede entenderse como discrepancia más, puede ser una acertada excusa para acentuar las fisuras entre los Organismos Ejecutivo y Legislativo. De continuar ese rumbo, en cosa de días tendremos la posibilidad de ver cómo se frenará la iniciativa que contendrá el Anteproyecto de Presupuesto General de Ingresos y Egresos para el ejercicio fiscal 2013. Nuevas acusaciones y recusaciones. Y los grandes temas seguirán pospuestos por tiempo indefinido.
Y la escena apunta a una complejidad aún mayor. Las divisiones internas de la bancada oficial, apuntan a generar auténticas rupturas. Las posibilidades de establecer acuerdos internos se hacen cada vez más complicadas, esto a pesar de la unidad temporal alrededor del desaguisado proceder de uno de sus integrantes. Por ello establecer acuerdos con otros actores políticos en el recinto parlamentario, se torna aún más arduo. En suma pareciera que cada quien “jala” por su lado. Se atropella, insulta, desdice. Contradice, refuta, descalifica. Pocos apuestan por otros dentro del mismo grupo. En consecuencia la ruta de los acuerdos se vuelve cuesta arriba. Si internamente hay problemas para fijar acuerdos, mayores problemas se presentarán para establecerlos con otros, que simple y sencillamente están esperando que se destruyan ente sí por la persistencia de las diferentes facciones del bloque oficialista. Lo cual ilustra que no se ha aprendido a convivir con disidencias, pues estas son resultado de arrojos eminentemente personalistas.
Y el desacierto de conducta más señalado lo constituye sin duda el proceder de uno de los directivos del Congreso de la República. La reacción interna para el futuro inmediato del partido oficial apunta a un desgrane en donde ya el perdedor es el dadivoso “otorga-sobres”. El resultado de lo que se haga para encontrar una sanción será el mejor ejemplo con el que se puede castigar la altanería disfrazada de candidez, para decirlo en otra forma. Y esa aparente unidad es frágil en extremo. Terminará por afectar el futuro del país. A pesar de lo declarado, la confrontación se solapa pero continúa.
Finalmente, es oportuno reconocer que a todos nos ha pasado más de alguna vez. Nos hemos “atragantado” con nuestra propia saliva. Casi nos ahogamos. En política criolla, se emplea la expresión como complemento a aquel otro refrán popular al que se refiere como “tragarse sus propias palabras”. Con ello se hace referencia a la falta de consistencia entre lo que se dice, con lo que se hace, cómo se juzga y valora a los demás. Ha sido una semana complicada para el partido oficial. Ha sido una semana de tropiezos por correr presurosos en pro de la obcecación de satisfacer intereses totalmente espurios y personalistas de algunos de los que dirigen la cosa pública, tanto desde el Congreso como desde Casa Presidencial. El “opio” olímpico nos hará olvidar, esto y otros desaciertos públicos, para comenzar la próxima semana con nuevos escándalos. Esa es una miseria adicional.