¿Por qué no avanzar?


Editorial_LH

Dentro de la propuesta de reforma constitucional que planteó el presidente Pérez Molina estaba la supresión de los fideicomisos públicos que, como eran los gastos confidenciales, se han convertido en una fuente de enriquecimiento ilícito para quienes administran y constituyen ese instrumento que pretende evitar la fiscalización en el manejo de los recursos del Estado. Las reformas están cada día más cuesta arriba por la oposición de distintos sectores y la ausencia de entusiasmo de los otros, razón por la cual planteamos al mandatario que el Ejecutivo haga un esfuerzo serio por la supresión de los fideicomisos y por lograr que en el Congreso se legisle para erradicarlos como práctica de corrupción administrativa.


La característica de los gastos confidenciales era que no tenían que liquidarse ni se tenía que rendir cuentas sobre su manejo. Suprimidos constitucionalmente los confidenciales, se empezó a abusar de los fideicomisos porque los mismos, mañosamente amparados en el secreto bancario, permitieron el manejo de miles de millones de quetzales sin rendición de cuentas. Un funcionario puede constituir un fideicomiso y colocar al frente a un pariente para que se engorde con el dinero público sin que la gente se entere siquiera de esa forma de nepotismo porque los manejos de los fideicomisos no son públicos.
 
 Todos los políticos en la llanura despotrican contra los fideicomisos y ofrecen liquidarlos si llegan al poder. Lo hizo Colom y luego los utilizó a sabor y antojo porque al final de cuentas resulta muy conveniente que mediante un procedimiento que no demanda transparencia se administren millones de quetzales. Lo mismo está pasando en esta administración, aunque hay que decir que en la propuesta de reforma constitucional se quiere abordar el tema. Pero no hay que esperar a que haya reforma para ser decente y eso es lo que pretendemos al pedir al Gobierno que, con o sin reforma, proceda a la liquidación de los fideicomisos existentes para terminar con una de las fuentes de corrupción más deleznables.
 
 Los fideicomisos son una muestra de cómo la mente perversa de algunos abogados sirve para encontrar los vericuetos en la ley para sustraer del control y fiscalización el manejo de los fondos públicos. En los años noventa se esmeraron en la contratación de abogados que encontraran los agujeros en la legislación para hacer micos y pericos con los fondos y los bienes públicos y la consecuencia aún hoy la estamos sufriendo.
 
 Insistimos en que el reto más grande que tiene que enfrentar este Gobierno es el de la transparencia, el combate a la corrupción y que los fideicomisos son, hoy por hoy, los nuevos confidenciales para evadir el control y la fiscalización.

Minutero:
Siguen siendo remisos 
con lo de los fideicomisos; 
como hacen tan fácil robar 
nadie los quiere acabar