Prosigue el endeudamiento, y qué?


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De buena fe los guatemaltecos solamente somos testigos del fácil mecanismo puesto en práctica por los diversos gobiernos, consistente en acudir al endeudamiento, de preferencia externo. Protagonistas, en modo alguno, habida cuenta que ese lamentable papel tiene desempeñamiento con el paralelismo, cuya función guarda semejanza, y no es cuento, con las hipotecas.

Juan de Dios Rojas


Situación perjudicial y comprometedora significan los préstamos aludidos, subsiguientes generaciones asumirán el deber muy triste de solventar esas cuantías del orden multimillonario. El dicho corriente, parte del lenguaje coloquial vine a ser el hecho patente que hasta los bisnietos en determinado momento queda sobre sus espaldas la obligación de salir a flote.

También en el ambiente flota otra puntilla, como es la circunstancia dura que digan lo que digan acerca del mecanismo de doble filo, la reacción de papá Gobierno consiste simplemente en responder, acentuando de verdad la contestación arrogante de «Y ¿qué». En efecto huelga emplear sálicas diferentes que justifiquen al cien por ciento semejante entuerto furibundo.

A veces,  siempre en su defensa recurran al no valido argumento relativa al caso de marras que si lo hacen países desarrollados de repente, apremiados en gran medida por crisis tenaces,  carentes de alternativas sustanciosas, capaces de hallar solución inmediata, lo dan a voz en cuello que resulta flaquear ante la braza caliente entre las manos indolentes.

Ha sido una auténtica seguidilla, una cadena interminable esta tendencia del endeudamiento visible, otros a lo mejor quedan bajo escotilla y no trasciende al dominio público de naturaleza objetable al pie de la letra. Aquí y en diversas latitudes del mundo convulsionado a más y mejor. Desde los gobiernos democráticos y civiles, por parejo alcanzan vigencia sin tregua.

Con la característica ostensible de impresionar sobremanera como semejan una competencia con el anterior en el sentido del caudal millonario. Por lo tanto ya nadie escapa a dicha forma de funcionar, en vista que los presupuestos aprobados por el Congreso, vuelan rápidamente, tipo supersónico, empero llega a ser un gigantesco endeudamiento con entidades financieras.
Hoy en día, aparte de la múltiple problemática que nos abate en diversas direcciones, le constituye el caso, mejor dicho la comidilla del día resulta con la piel crispada, semejante a carne de gallina, pensar sin formar parte de algún partido político, susceptible a plata debajo de la mesa en tiempos de crisis económica rebasando sus antecedentes, como solventaremos.

Los inicuos y admiradores del tirano Jorge Ubico, de los 14 años, hacen aún la apología  en relación a que no hizo ningún préstamo extranjero. Todo lo contrariarse se llenan la boca al exclamar que pagó la ingrata «deuda inglesa”, la pérfida Albión, durante su mandato. Que hizo obra de infraestructura física, verbigracia el Palacio Nacional a la cabeza, ¡qué tal!

Motiva preocupación al conglomerado,  a quien le pinta de colores plenos de fantasía, mientras simultáneamente realizan los aludidos préstamos al exterior. Sin embargo, ya empezaron a darse perfecta cuenta del Gran Capitán cómo dichas entidades usureras los pagos conciernen solo a los enormes interesen que graban estos préstamos. De modo que el capital sigue sin abonos.

Imposible entonces sea el conveniente salir a flote alguna vez de índole demasiada remota. En definitiva  estamos ensartados años tras años en el suceder campante y el futuro tiene rastro incierto, mismo en escape continuo. Los Gobiernos por lo tanto podrán llevar a cabo planes y programas aunque el presupuesto vuela alto entre las nubes Móviles, empero con préstamos.

Llegó desde el gobierno de Cerezo, pasando por administraciones con un denominar común: préstamos externos, hasta el actual. Quedó diríase establecido este mecanismo a modo de un oasis en el desierto. Al final los ciudadanos que tributan confiados sean bien utilizados la fila de impuestos, en tanto la colmena de técnicos, y asesores idean más y más gravámenes.