Es inconcebible e irresponsable pretender que a este Congreso se le deba de dar la facultad de cambiar nuestra Carta Magna, qué podemos esperar de estos diputados si lo único que han demostrado hasta la saciedad a través de sus acciones es un total desconocimiento de la Constitución y desprecio a la misma.
Roberto A. Villeda Recinos / S-20 Reg. 15240
barbasvill@gmail.com
Cierto es, que para poder llegar a la convocatoria de la Asamblea Nacional Constituyente, primero debiera la sociedad civil acompañada de todos los sectores y fuerzas vivas del país presionar al actual Congreso a reformar “de URGENCIA Nacional” la Ley Electoral y de Partidos Políticos, para cambiar las reglas y convocar a los mejores profesionales, hombres y mujeres del país, con el perfil adecuado de un verdadero dignatario comprometido y convencido de la grave y urgente necesidad de la transformación del Estado para que asuman tan delicada tarea, “porque esto no es comida de hocicones”. Yo asumo que la mayoría de guatemaltecos conscientes, estamos a favor de las reformas profundas y puntuales que permitan una verdadera transformación del Estado, para beneficio de todos los guatemaltecos y no reformas cosméticas que únicamente beneficien a determinados sectores (los de siempre) responsables de tener al país de rodillas, opuestos a que tengamos mejor educación, mejor salud, a la generación de empleo, a la generación de riqueza para superar la pobreza, etc. NO ES DE SU INTERÉS, claro, por eso vemos a muchos profesionales defensores de esos sectores pegar el grito al cielo y rasgarse las vestiduras, señalando de innecesaria una Asamblea Nacional Constituyente.
Realmente no entiendo cómo hacen tal afirmación, si es más que evidente la necesidad, o acaso estos señores viven en otro país.
¡URGE LA REFORMA DEL ESTADO! Entendamos que el país está en crisis. ¿Será que la parálisis del Congreso nos indica la necesidad de una nueva depuración, para hacerlos más responsables en su tarea legislativa? Vivimos en un Estado fallido y no es justo que nos hundamos más sin hacer el intento de revertir el proceso de deterioro en el que estamos inmersos. Se ha conocido la argumentación adversa a las reformas, que han manifestado un grupo de profesionales constitucionalistas y otros que tuvieron el privilegio de ser parte de la Asamblea Nacional Constituyente del 85, al servicio indudablemente de poderes fácticos, no sería justo que por proteger intereses sectarios pretendan que continuemos con la actual Constitución, la cual fue hecha a la medida del clientelismo político. Me sorprende el silencio “sepulcral” que mantiene la asociación de Dignatarios de la Nación o acaso les importa un “bledo” la propuesta de Reforma Constitucional planteada por el Ejecutivo. Señores por favor, bien valdría la pena que cuando menos digan esta boca es mía, y podamos conocer la postura de la asociación como tal, porque en lo personal no quisiera pensar que se convirtieron en DIGNATARIOS DE OCASIÓN que únicamente aparecen para la celebración de aniversarios de nuestra Carta Magna. No podemos seguir postergando la reforma del Estado, lo cual implica una bien pensada y consensuada reforma que proscriba el Estado clientelar y otorgue carta de naturaleza a una real democracia.