¿Cuál es la responsabilidad del escritor frente a la coyuntura política que vivimos los guatemaltecos? Esta es la pregunta que valdría la pena que los dedicados a la poesía y la prosa, el ensayo y el teatro, se respondieran con precisión a efecto de comprometerse desde su quehacer literario a incidir sobre la sociedad en la que viven. Por lo demás, no es una pregunta novedosa ni original, en la medida en que otros, años atrás (por situarse en el tiempo), ya intentaron aproximarse al tema.
Este es el caso de Jean-Paul Sartre. El escritor existencialista dictó una conferencia en la Sorbona, en 1946, titulada precisamente “La responsabilité de l’ecrivainâ€. Desde aquí sugirió algunas ideas que bien valdría tomar como punto de partida para respuestas futuras y originar un debate sobre su perspectiva en lo que consideraba como compromiso político.
El texto comienza con una cita de Dostoievski: “Todo hombre es responsable de todos frente a todosâ€. A Sartre no le cabe la menor duda que cada uno es cómplice de lo que sucede a su alrededor. De alguna manera yo colaboro por acción u omisión a las calamidades de la vida ordinaria. Y para darle apoyo a su idea, pone de ejemplo el filósofo lo sucedido en Alemania.
Tuvimos a toda Alemania, escribe, que no protestó contra el régimen nazi y de esa forma se convirtió en responsable de ese régimen. Y si entre nosotros o en cualquier parte del mundo existiera una forma de opresión racial o económica, nos convertiríamos en cómplices de eso si no lo denunciamos. “Y si hay alguna injusticia cometida hoy en cualquier lugar de la tierra, nosotros comenzamos a cargar con esa responsabilidad de injusticiaâ€.
Es aquí donde cobra sentido, escribe Sartre, el enunciado estadounidense “one world†(un solo mundo). Porque todos estamos comprometidos con lo que sucede, no podemos obviarlo y quedarnos tranquilos, libres de toda responsabilidad moral. Cada uno es responsable de lo que sucede en el mundo. Pero cada uno según su medida: su profesión u ocupación. Aquí se pregunta: ¿cuál es la responsabilidad del escritor como escritor?
Sartre aclara su punto al escribir que, por ejemplo, cuando en Alemania existía un gobierno de opresión nazi, los alemanes antinazis tenían un deber ineludible que era el de protestar, denunciar, resistir, tanto si eran o no escritores. Los profesionales de la pluma no ejercieron su oficio porque protestaban y/o denunciaban de otra manera: podían estar en asociaciones clandestinas, escribir actas, si eran profesores, por ejemplo, abandonar la universidad o el puesto de decano, en los casos en que un profesor judío era expulsado. En todo caso, no se trataba de protestar por medio de la escritura.
De esta manera, escribe Sartre, uno puede concebir un hombre que perteneciendo a organizaciones clandestinas y arriesgando su vida en un terreno en el que legitimaba su existencia, hubiera podido continuar escribiendo, si tuviera tiempo, obras enteramente comprometidas en la tarea política. Sartre dice que en la ocupación, muchos escritores colaboraron en revistas clandestinas y para ellos ese era su trabajo de resistencia. Hubo siempre una suerte de complejo de inferioridad en relación a aquellos que, por el contrario, estaban comprometidos en una lucha directa, como si precisamente, no era suficiente resistir en el plano de la literatura, como si aquello no fuera literatura.
Para Sartre, el escritor debía comprometerse a través de hechos concretos y no por la vía de quien de manera asustada y cobarde se queda frente al escritorio trabajando como si nada sucediera. Por supuesto, esto deberá debatirse, pero para eso he escrito esta columna.