Pierde simpatías el Gobierno por las destituciones


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Siempre que hay cambios de gobierno tras el triunfo de los partidos políticos o politiqueros, lo primero que hacen los ministros de Estado es poner de patitas en la calle a los empleados y empleadas, para colocar a los y a las activistas del partido o de los partidos triunfantes en los jaleos electorales.

Marco Tulio Trejo Paiz


Y los candidatos presidenciales, así como sus seguidores, pregonan en los mítines que harán cambios, los cuales, se supone, serían cambios beneficiosos, no lesivos a los intereses de los gobernados.

Empero, las destituciones que se hacen de romplón, como suele decirse, son injustas casi “por lo general e ingeniero”… ¡Qué cambio el que se ofreció!…

¿Cuántos fueron los empleados y las empleadas desplazados a puro plumazo por los nuevos titulares de los ministerios? Francamente se ignora la cantidad, y los burócratas respectivos, sobre todo las cacatúas o voceros, no dicen ni esta boca es mía al respecto. ¡Tontos si abren la boca! Pueden mandarlos  a freír patatas…

Se sabe,  por versiones hechas a sotto voce, que buena parte del personal barrido por las escobas ministeriales, al que se dieron las gracias de las desgracias, apoyó al Partido Patriota durante la ruidosa y prolongada campaña electoral y, también, a la hora de la hora con sus votos en las urnas. ¡Ahora estarán arrepentidos los defenestrados y las defenestradas hasta de haber sido ciudadanos aptos para emitir los sufragios! Su respaldo al PP lo dieron callada la boca, porque si la abrían corrían el riesgo de perder sus posiciones. Es obvio que no les convenía confesar sus simpatías a las personas que no merecían su confianza. Lo prudente y conveniente era guardar bien el “secreto” En corrillos confiables hicieron propaganda a la mencionada agrupación política y, de esa guisa, venía siendo como tirar una piedra en el agua mansa –léase ciudadanía– formando círculos hasta el infinito, digamos, a favor de la planilla que pegó…

Si hacemos números calculadamente, convendremos que los afectados económicamente por los desplazamientos son muchos miles que estarán risa y risa paladeando una amargura de suerte perra, como diría un charro…

En realidad, son miles y miles de niños, adolescentes, jóvenes, adultos “tempraneros” y ancianos los perjudicados por los altos funcionarios del régimen imperante. Necesitan alimentos; los infantes, los adolescentes y demás menores de edad pueden estar teniendo problemas con la educación, sobre todo porque hay gastos de transporte, de material didáctico, de uniformes, de elevadas cuotas en los colegios privados, etcétera  Todos, todos, todititos los damnificados por las malas rachas de los burócratas encumbrados estarán muy resentidos como para no volver a sufrir otro desengaño decepcionante.      

Se sabe que numerosos cesados y cesadas han tratado infructuosamente de que los titulares de los despachos ministeriales los restituyan  en los puestos que ejercían a la fecha en que los despidieron, que fue precisamente cuando tomaron posesión muy jubilosos, muy eufóricos, repartiendo sonrisas a lo grande, en razón del triunfalismo…

Contrariamente a lo que ocurría en pasadas glorias burocráticas, al presente los encopetados funcionarios de turno han suprimido las audiencias para con los “ciudadanos rasos”, no así para con sus amigotes, compadres y parientes de sus preferencias, según refieren los defraudados y las defraudadas en sus legítimos intereses y derechos  Aquí es bienvenido aquello de que… ¡o todos hijos, o todos entenados!

Creerán, esos señores y señoras que hoy por hoy están en la cima de la rechoncha burocracia, que sólo los guatemaltecos privilegiados deben sumarse a sus filas, no así los del montón, de ínfima categoría, sin importar sus conocimientos óptimos, sus ricas experiencias, su honradez, sus capacidades y demás calidades y cualidades.  

Al general presidente Otto Pérez Molina se le ve en la tele muy atareado y preocupado por los múltiples problemas que han surgido y siguen surgiendo, razón por la cual no debe de estar bien enterado y atendiendo asuntos como el de la masiva destitución de personal burocrático que han dispuesto y siguen disponiendo los ministros y otros empingorotados personajes prendidos al presupuesto nacional, el que, por cierto, dicho sea de paso, sube, sube y no deja de subir hacia el espacio sideral en cada ejercicio para hacer frente a las gordas obligaciones de Estado y, como se comenta en la calle, asimismo para el buen aprovechamiento de los trajinantes en los lodos de la “onestidad” (así, sin h)…

Señores ministros y demás funcionarios de alta jerarquía: Abran sus puertas al pueblo, sin preeminencias o discriminación alguna; sean accesibles porque muchos guatemaltecos tienen asuntos de interés personal o colectivo qué exponerles. No provoquen motivos de antipatía al “jefe” con su inaccesibilidad, porque tarde o temprano cosecharán lo que están sembrando en desérticas arideces…