En La Hora estábamos convencidos, por explicaciones que nos dieron algunos técnicos, que el IMEI, (International Mobile Equipment Identity -Identidad Internacional de Equipo Móvil) de los aparatos de telefonía celular era imposible de modificar y que, por lo tanto, alimentando correctamente la base de datos de los teléfonos robados se podían inactivar para siempre los que aparecieran en el listado.
Sin embargo, la cooperación de una persona conocedora del tema que logró activar un teléfono que la empresa telefónica Tigo había desactivado, por la denuncia de robo, nos ha demostrado que el “flasheo” que abre los aparatos cambia el IMEI, generando uno completamente nuevo para burlar el efecto de la base de datos.
El descubrimiento ha sido para nosotros realmente sorpresivo porque teníamos información de que el IMEI era como el VIN de los automóviles, es decir, un número irrepetible e inmodificable. Con los carros robados pueden alterarlo, pero nunca se le puede asignar un número de identificación distinto a un carro robado, mientras que con los celulares, basta conectarlos a algún programa que manejan expertos conocidos como “hackers” para que se les borre la anterior identificación internacional de equipo móvil y, por la misma vía, se les asigne uno nuevo.
Eso obliga a hacer un replanteamiento de la estrategia que se ha seguido en el Congreso para combatir el robo de celulares, puesto que el registro de teléfonos robados parte del criterio de que habrá un número para identificar los aparatos que han sido robados, pero ese número se borra con relativa facilidad y a muy bajo costo. Alrededor de cincuenta quetzales cobran los lugares donde se hace el flasheo para “abrir” los aparatos y asignarles nuevo número de identidad.
En ese sentido reconocemos que buena parte de nuestra lucha estaba equivocada y hay que replantear las estrategias para enfrentar el tema del robo de celulares. Obviamente el combate al flasheo es una medida, puesto que esa actividad es un delito que se comete de manera bastante abierta. Hay hasta anuncios de lugares donde se pueden “abrir” los celulares.
Otra opción tendrá que ser el registro de IMEI blancos, es decir, de IMEI de aparatos legalmente adquiridos, lo cual no es cosa sencilla de lograr aunque la permanente renovación de los celulares por el avance tecnológico puede hacer que en pocos meses se pudiera tener un listado de los aparatos legalmente adquiridos para que únicamente éstos puedan ser activados.
Reconocemos nuestro error en el abordaje del tema sobre la legislación para prevenir el robo de celulares, lo que no hace sino comprometernos más en la búsqueda compleja de mecanismos para enfrentar ese problema.
Minutero
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