Nuestra cadena de justicia


Alejandro_Quinteros

98% de impunidad dicen los pesimistas, 75% dicen los optimistas. Sea la cifra que sea, si se encuentra dentro de ese rango o cerca de él, nuestra cadena de justicia no está funcionando. Y es que día a día los guatemaltecos nos topamos con paredes inmensas dentro y alrededor de cada una de las instituciones que forman parte de la cadena. Esas paredes llevan a que la justicia no avance y a que los ciudadanos busquemos alternativas para poder hacer nuestro intento de vivir en paz.

Alejandro Quinteros


Escuchaba hace unos días acerca de un estudio realizado en el que se hacía un análisis de la cantidad de linchamientos antes y después de la llamada era democrática. Los investigadores encontraron que previo a 1985, desde tiempos coloniales, hubo menos de una veintena de linchamientos relacionados con la búsqueda de justicia por propia mano. Para ese entonces, la mayoría de linchamientos tenía causas relacionadas a otros temas religiosos y sociales. De 1985 para acá, los linchamientos relacionados a la búsqueda de justicia por propia mano se han multiplicado de forma exponencial, llegando a contarse por cientos.

Según algunos expertos, este fenómeno se debe entre otras razones, a cambios realizados en nuestro sistema de justicia cuando se buscó la independencia del Organismo Judicial del Ejecutivo. En ese momento se dejaron atrás las designaciones de jueces y magistrados por parte del Presidente, cambio importante para reforzar nuestro sistema republicano basado en la independencia de poderes. Sin embargo, durante ese cambio también se limitó el alcance de los jueces y otras autoridades para resolver conflictos, cayendo su resolución final en la Corte Suprema de Justicia en algunos casos y en la mayoría, en la Corte de Constitucionalidad.
 
En estos últimos años también ha habido cambios en otras instituciones como la Policía Nacional que se transformó en la Policía Nacional Civil, o en el Ejército de Guatemala que ha sufrido de desmovilizaciones y limitación del ejercicio de sus funciones constitucionales. También cabe resaltar la creación del Ministerio Público, que por estos días ha llegado a su mayoría de edad.

El problema de todos estos cambios, es que no se les ha dejado madurar y se han abandonado los esfuerzos de fortalecimiento a medio camino. Eso ha provocado que las instituciones de la cadena de justicia no logren ser eficaces y mucho menos eficientes, dando resultados muy por debajo de lo esperado por la ciudadanía.

Es necesario que hagamos, gobierno y ciudadanos, un esfuerzo serio por desarrollar una mejor cadena de justicia institución por institución, pues es un pilar fundamental para la vida en armonía dentro de la sociedad. Mientras este esfuerzo no se haga de manera formal en todas las instituciones, sin abandonarlo a medio camino, no habrá mayores cambios positivos.

Cualquier reforma constitucional o de ley que se proponga en el país, debe ser integral y buscar soluciones definitivas, no simplemente querer cambiar algo que no ha servido por algo que a saber si va a servir. Eso no se ve en las propuestas de reforma presentadas por el Ejecutivo tanto a nivel constitucional como a nivel de leyes ordinarias, por eso es que recalco lo que ya he dicho en este espacio, para hacer unas buenas reformas se necesita tiempo, lo suficiente para hacer un proceso serio y formal que tenga como fin fortalecer a nuestro sistema y no al ponente de la propuesta.