Internet: ¿el nuevo opio de las masas?


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Ayer domingo, coincidentemente estaba escribiendo este artículo y tuve que detenerme para salir de casa; al retorno pasé comprando elPeriódico, que traía un artículo sobre el escritor bielorruso Evgeny Morozov, autor del libro “El desengaño de Internet”, de quien estaba dedicada esta columna semiótica. Recomendación: no deje de leerlo.

Ramiro Mac Donald


Morozov interpreta el reciente acuerdo entre el Gobierno de los Estados Unidos y la librera Amazon, para comprar miles de lectores de libros digitales denominados Kindle, los cuales serán donados a más de 800 bibliotecas en todo el mundo, con el objetivo de que los usen más de 6 millones de los jóvenes más inteligentes de las universidades, colegios y escuelas que tendrán acceso a esa tecnología… pero este plan pone los pelos de punta.

Pese a lo mucho que se habla de Internet como herramienta de democratización, podría ser –piénselo bien– que se esté convirtiendo en un instrumento de dominación y control. De hecho, según revela Evgeny Morozov,  gobiernos como Irán y China están utilizando internet para perfeccionar sus técnicas de espionaje sobre la población.
“A juicio de Morozov, las inmensas posibilidades de Internet pueden utilizarse para hacer campaña a favor de las libertades, sí, pero también para todo lo contrario, es decir, para fomentar la represión, el conformismo y la ceguera.
Y no sólo a través de la censura: Morozov, él mismo un ciberutopista converso, defiende que Internet, más que el catalizador de un cambio que llevará a los jóvenes a la calle, podría muy bien ser el nuevo opio de las masas. Y nos recuerda que las búsquedas más populares en los buscadores de Internet rusos no son “¿qué es la democracia?” o “cómo proteger los derechos humanos”, sino “¿qué es el amor?” y “cómo perder peso”. Entonces, entendemos que Internet se ha convertido en una entidad más de esa sociedad del espectáculo, que Dauvigaud retratara en su memorable libro ya hace más de 40 años.
En tanto recuerdo una reciente entrevista que le hicieran a Armand Mattelart dos investigadores de CIESPAL, en la que señalaba que era contradictorio llamarle “redes sociales” a ese fenómeno que surgió en Internet con empresas –porque eso son: empresas– como Facebook y Twitter, porque eran nada más expresiones de una sociedad individualizada. Para este sociólogo de la comunicación: “históricamente, la noción de redes sociales ha estado anclada a proyectos emancipatorios y colectivos. Las llamadas redes sociales por Internet no deberían llamarse así, porque son producto de una sociedad individualizada”.
Mattelart aclara que las “redes sociales de las que estamos hablando actualmente –mencionadas arriba– solamente son redes de socialización on-line. Sin embargo, nos están imponiendo las palabras y los conceptos y resulta muy difícil remontar un pensamiento que ya está divulgado. Cuesta mucho proponer otra visión de las sociedades y el mundo”. Por eso, sugerimos pensar críticamente sobre Internet, aunque lo miren a uno como extraño,  ya que Internet no es el paradigma de la libertad. Es un instrumento como cualquier otro medio de comunicación, aunque más difícil de controlar por algunos sectores poderosos, pero que transita (aunque no lo sepamos) por ciertas clases de filtros, ya que sus canales sí están tamizados… como el anunciado acuerdo entre Amazon y el gobierno de los Estados Unidos relatado por Morozov en su libro.  
Además de opio masivo, puede servir de elemento de vigilancia y control; instrumentos que las dictaduras han utilizado, solapada o abiertamente, para eliminar la libertad de los intelectuales y los sectores pensantes.