La primavera estudiantil


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Quienes formamos en retrospectiva del tiempo generaciones, recién ocurrida la etapa revolucionaria del 20 de Octubre de 1944 percibimos fue la primavera estudiantil, atinente a egresados del sexto grado del nivel primario y sucesivos ciclos de Bachillerato y Normal. Fogonazos brillan en el recuerdo que pugna directamente por que se mantenga viva en el corazón.

Juan de Dios Rojas


El calificativo responde a sumatorias vencedoras aposentadas en la viva reminiscencia de cada uno de entonces, salidos de la adolescencia y en la frontera luminosa, entusiasta sin tregua de la juventud: «divino tesoro”, según el nicaragüense, Rubén Darío, propulsor del modernismo en América y un vate de prestigio. Algún lapso también moró bajo el alero guatemalense y dejó legados.
La participación gloriosa del estudiantado coadyuvó al derrocamiento del tirano Jorge Ubico, haciéndolo enseguida (en el régimen provisorio de Federico Ponce Vaides. Aparte de discursos viriles y hazañas notorias, sembraron una simiente perdurable en sucesivas administraciones gubernamentales de tendencia al irrespeto a los derechos que la población siempre merece.

Hasta el interior, mediante la radio oficial y minúsculas privadas, además con retraso considerable por el correo, nos enteramos con alegría no contenida ya, de todo lo sucedido. Empezó la esperanza entre la muchachada, como brotes visibles de dicha Primavera estudiantil desbordante aquí y allá. La rutina, tierra adentro, tuvo cambios de 360 grados en ascenso.

Hubo conocimiento estudiantil de verdaderos líderes universitarios y de restantes sectores civiles, conscientes eso sí que tal actitud admirada implicaba una debida orientación acerca de sus deberes y derechos, con énfasis en la auténtica libertad, ajena el libertinaje, sobre principios ciudadanos y el amor patrio base primordial de la formación personal siempre.
Líderes en diversos niveles educativos, sin caer jamás en el oportunismo, corrupción y cuantos comportamientos son el desvío que apunta a la deshonestidad y el embalsamiento en cantidades del orden millonario a la mano fácilmente; verdadero epílogo y escandaloso festín, expresa dicho comportamiento individual aberrante, objetable y merecedor de castigo.

Desde la propia universidad sancarlista de entonces conformantes de la Primavera Estudiantil ocuparon curules con entrega total, libres del nepotismo dañino de la naturaleza vergonzante. Algunos de ellos en el gabinete, después de bregar con brillos en la Asamblea Constituyente, sancionada y publicada en efemérides connotada antes del 15 marzo de 1945 verdadero despegue institucional.

Eufóricos todos en medio del ambiente propicio, «del pánico al ataque», al decir del licenciado Manuel Galich, tras el derrocamiento ubiquista y poncista, se despertó el interés superlativo por entrarle al estudio en general. Fueron reabiertos los institutos cerrados por el general Ubico Castañeda, cito: de Cobán, Jalapa, San Marcos durante el arevalismo vivo.

Tengo la vivencia del mixto del Norte, Cobán, donde fui interno dejo constancia que el ciclo iniciaba en la segunda quincena de mayo, con unas vacaciones cortas respecto al feriado de diciembre y Año Nuevo. Vacaciones propiamente en marzo y abril; luego aulas similares a orquestados pajarillos, sumo interés y dedicación la tónica. En primer año un promedio de 13-14 años de edad.

Debo fortalecer las evocaciones que pueden causar en algunos lectores el dato que pugna por escapar que fue jornada doble, de lunes a viernes y sábado alterno, medio día en actividades deportivas y en las llamadas sabatinas, incluyentes de prácticas originadas a la oratoria, declamación o canto. En medio de ese clima beneficioso hubo más y mejor compañerismo y amistad.

Inclusive en pleno primer año normal por acuerdo legal tuvo cambio el pénsum de estudios, dándole el deseable énfasis en mejorar la formación docente. Cursamos ciclos cambiando el fin primordial que finalmente coincidiera con el año fiscal, para efectos contables sin mayores traslapes. Otra vivencia fue estudiar en institutos mixtos, sin acoso estudiantil en cinco años.