Cuando le roban su carro ¿Qué siente?


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Tengo un conocido que me contó que le robaron el carro en este año y ahora se moviliza a pie. Es este un hombre decente, totalmente responsable, ha criado excelentes hijos de los cuales el primero ya es un profesional egresado de la universidad y los otros dos van caminando a paso ligero hacia la misma meta. La señorita está en la universidad y el más jovencito está por graduarse de la segunda enseñanza, bachiller o maestro.

Roberto Arias


A este hombre le ha costado un mundo, como a todo guatemalteco decente y honrado, construir su casa, alimentar, vestir, proporcionar costos de salud y educación a su familia, haciendo caso omiso de los torbellinos políticos y económicos que se suceden, uno tras otro, constantemente en Guatemala. No es un comerciante, es un hombre muy apreciado en su trabajo por su eficiencia y diligencia en una oficina común.
Tuvo que realizar algunas gestiones cerca de la Dirección General de Caminos y confiadamente dejó su carro frente al parqueo de esa institución de gobierno. Cuando salió, su automóvil, un Nissan 1998,  ya no estaba. En ese sector se roban autos constantemente y nadie le pone coto. Me expresó sus sentimientos. Me contó que había sometido a su familia a algunas limitaciones, como no salir de paseo, no salir a comer algo a algún restaurante de comida rápida y algunas otras limitaciones recreativas, con tal de comprar un automóvil más reciente del que tuvo por muchos años.
Independientemente de la pérdida económica, a la tragedia debe sumársele el sentimiento de rabia, frustración e impotencia de no saber a quién cobrarle, a quién culpar por la pérdida de algo que costó tantas privaciones y tantos años de sacrificio  en un país donde los políticos ofrecen tantas cosas que resultan ser mentiras, porque la situación no cambia y es vox populi que las mismas autoridades están involucradas con el crimen organizado y los ciudadanos decentes no tienen a quién acudir. En ese limbo de lo absurdo dan deseos de rebelarse contra todo lo establecido. Afloró el terror en él. Afloró en él ese terror que la ciudadanía mantiene a diario dentro y fuera de su casa. Ese terror que ya es casi genético; el terror que quedó en la memoria colectiva a partir de los años de “guerra”, de esa etapa de represión y abuso de las fuerzas armadas en contra de toda la población decente y trabajadora.
Las estadísticas confirman que roban 20 carros diarios y en lo que va del año, hay únicamente un estimado de 80 autos recuperados. Pero esto no es porque la Policía los haya buscado, esto se da por casualidades en retenes o porque los dejan abandonados después de usarlos para cometer fechorías. Es sabido que están involucrados el Ministerio Público, la Policía, los ladrones, la SAT (donde legalizan los documentos fraudulentamente, muchas veces por malos empleados y gestores) y vendedores de repuestos usados (hueseras).
A mi conocido le dijo un amigo lo que se debe hacer: Cuando le roben el carro, debe buscar una patrulla inmediatamente y decirles lo que le ocurrió. Debe mencionarles que lleva documentos importantes y, con bastante seguridad los policías podrían preguntarle que cuánto está usted dispuesto a pagar para recuperar su carro. Si les ofrece unos 3 mil quetzales, con mucha probabilidad lo encontrarán, porque ellos saben a cuáles lugares los llevan de inmediato los ladrones. Quién sabe si la indicación sea cierta, pero la idea se acerca a lo real.
     El crimen está suelto en Guatemala y penetra todo.