A Jeanne Thompson empezaron a salirle canas a los 23 años. Se tiñó el pelo por mucho tiempo a medida que escalaba posiciones en una gran empresa de servicios financieros, hasta que hace un año dijo «basta».
Dejó de teñirse y… no pasó nada. La ejecutiva de 44 años fue promovida al año siguiente.
Thompson es un nuevo tipo de mujer canosa, segura de sí misma, decidida a salir adelante en su trabajo y en la vida sin preocuparse de sus cabellos blancos.
«Las mujeres se complican solas con eso del color», comentó Thompson, quien reside en Exeter, New Hampshire. «Dejarse las canas es algo fuerte. La gente me toma más en serio. Nunca doy explicaciones por dejarme las canas».
A no todas las mujeres les resulta tan fácil, sin embargo.
Si bien Estados Unidos tiene leyes contra la discriminación en el trabajo, cantidades de hombres y mujeres temen que el cabello cano pueda perjudicarlos, sobre todo en momentos como este, con una economía débil y muchos jóvenes que buscan empleo.
Una cosa está clara: cada vez se ven más canas en las pasarelas y en las alfombras rojas, en modelos y en celebridades. Están desde Lady Gaga y Kelly Osbourne —teñidas— hasta figuras como Helen Mirren, actriz de renombre que se mantiene atractiva ya entrados los 60 y con cabello blanco.
Christine Lagarde, la directora del Fondo Monetario Internacional, es una de las mujeres más poderosas del mundo y luce sus canas. Lo mismo se puede decir de Essie Weingarten, fundadora y directora creativa de la empresa de esmaltes para las uñas Essie Cosmetics.
Para la gente común, el tema es tal vez más complicado.
«No creo que las mujeres que trabajan sigan esa onda», expresó en tono burlón David Scher, abogado de Washington especializado en derechos civiles. «En sus trabajos se espera que las mujeres se vean jóvenes. Si yo fuese una mujer entrada en años que trabaja, lo último que haría es dejarme las canas».
Scher es hombre y no tiene canas, pero muchas mujeres comparten su actitud.
«Por más que haya leyes que protegen a los trabajadores de más de 40 años, algunos hombres y mujeres todavía tropiezan con discriminación por la edad en los trabajos», manifestó Stephanie Martínez Kluga, ejecutiva de Insperity, firma de San Antonio que ofrece servicios relacionados con el manejo del personal a empresas pequeñas y medianas.
«La vieja noción de que los hombres con canas son experimentados y las mujeres con canas son sencillamente viejas sigue vigente en algunas empresas», dijo Martínez Kluga.
Anne Kreamer luce orgullosamente sus canas, pero admite que dejó de teñirse solo después de que empezó a trabajar por su propia cuenta. Dedica todo un capítulo de su libro de 2007 «Going Gray» (Encaneciendo) al impacto de las canas en los trabajos.
«Nos engañamos cuando decimos que nos vemos jóvenes con nuestros cabellos teñidos», expresó Kreamer, exejecutiva de Nickelodeon, con un título de Harvard y que ayudó a lanzar la revista Spy antes de escribir el libro sobre sus canas.
Cuando alguien con canas busca trabajo, el contexto es clave, según Kreamer. Tal vez sea más fácil salir adelante en el mundo académico que en una empresa de tecnología, por ejemplo. El puesto también puede incidir. Las canas pueden resultar más tolerantes en posiciones menores y más creativas que en posiciones de mando.
Kreamer dice que en 1950 el 7% de las mujeres se teñían y que hoy lo hacen hasta el 95%, dependiendo de la ubicación geográfica.
La incorporación de la mujer a la fuerza laboral a partir de los años 60 influyó.
«Cuando las mujeres iban a trabajar podían crear una nueva identidad. Dejaban de ser mujeres de la casa. Comenzaron a teñirse el cabello y no han dejado de hacerlo», afirmó Kreamer.
Sandra Rawline, de 52 años, de Houston, demandó a la empresa Capital Title, de Texas, a la que acusa de ordenarle que se tiñese el cabello en 2009 y luciese «indumentarias más juveniles y elegantes», según el diario Houston Chronicle.
Rawline, una gerenta de sucursal, no quiso hablar del asunto para este artículo. El diario dijo que sus superiores calificaron la demanda de ridícula.
Las canas de Rawline, Lagarde, Weingarten y Mirren sobresalen precisamente porque en este mundo no abundan las mujeres con cabello blanco.
Weingarten, quien tiene 62 años, comenzó a encanecer a los 18 y se tiñó por años. Hace 20 años dejó de hacerlo.
«La gente me preguntaba si estaba loca», recuerda. «Tenía mi propio negocio. Era una empresaria y podía hacer lo que me viniese en gana, pero sé de muchas mujeres a las que les aterrorizan las canas porque sienten que están envejeciendo».
En tiempos recientes han aparecido blogs, páginas de Facebook y cuentas de Twitter enfocadas en las personas que se dejan las canas.
«La sociedad encasilla a las mujeres dentro de lo que considera belleza y esto desafía ese modelo», comentó Terri Holley, quien tiene un blog sobre las personas canosas. «La gente nos dice ‘me alegro de haberlos encontrado, de que tengamos esta conversación»’.
Dana King, de 53 años, empezó a tener canas de veinteañera y desde los 30 se tiñe. Trabaja en el canal KPIX de San Francisco desde 1997 y llegó a ser la presentadora de un programa noticioso. En enero de 2010 le dijo a su jefe que quería dejar de teñirse.
«No le gustó nada la idea y me dijo que no lo hiciese», relata King.
No obstante, lo hizo, alentada en parte porque tenía un contrato hasta mayo de 2013.
«Llegué al punto en que me estaba tiñendo cada dos o tres semanas. Sentí que había vendido mi alma», cuenta la presentadora.
Luego de hablar del tema en el aire, a King le llovieron correos electrónicos de televidentes. «La respuesta fue abrumadoramente positiva», afirma. «Decían que era un alivio para ellos ver que alguien demostrara que estaba bien tener canas».
King dice que en otras ciudades tal vez no hubiera podido hacerlo.
«Esta es una industria orientada a la juventud. No soy ninguna idiota», expresó. «Pero esto no es Miami. No es Los Ángeles. En otros mercados podría ser despedida. No creo que pueda trabajar en otro sitio. No me hago ilusiones respecto a lo que hice, pero estoy contenta».