Luces y sombras a los seis meses


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Mañana se cumplirán los primeros seis meses del nuevo gobierno. Su actividad durante este lapso ha estado marcada de luces y sombras que resaltan algunos logros, pero que también opacan muchas de sus actuaciones. Y al hablar del nuevo gobierno no me refiero únicamente al Ejecutivo en donde ancestralmente se ha concentrado el poder, sino también al Organismo Legislativo y al Judicial que son los tres pilares fundamentales en la conducción del Estado que debe regirse por las normas constitucionales que más parecen cualquier cosa, menos la Ley Suprema del Estado.

Héctor Luna Troccoli


El irrespeto a las normas constitucionales desde que el general Rafael Carrera creó la gloriosa República de Guatemala no es de ahora, viene desde ese entonces, lo que ha creado la «costumbre» de que la Carta Magna, máxima representación jurídica de una Nación, sea irrespetada, aunque digan que la «costumbre» no es fuente de derecho, según el axioma jurídico más conocido.

La gente de este nuestro país, en una gran mayoría es gente «sui géneris», ya que todos somos sabios en todología y nada nos parecerá bien y si se trata de elogiar lo bueno se dirá que hubo «fafa» de por medio que no es más que la vil mordida aplicada al término periodístico, pero afortunadamente esto y más me importa un comino y me tiene sin cuidado.

En poco espacio no se puede analizar mucho pero sí podemos tomar  de manera general lo más relevante. En cuanto al Legislativo tiene seis meses de inactividad casi completa con excepción de la aprobación de reformas tributarias que traban a pequeños y medianos empresarios en donde la SAT ha empezado una cacería de brujas para «ampliar la base tributaria», tal como ordenó el poder real en este gobierno, es decir, la supercúpula empresarial que contribuyó con unos míseros millones de dólares y quetzales a la campaña de los que nos gobiernan. Su actuación es de menos diez por decir algo.

En el Organismo Judicial la corrupción, sobre todo en jueces y «auxiliares de justicia», es decir, los empleados menores, ha aumentado y la impunidad se mantiene campante y sonante. Basta leer la prensa o escuchar y ver un medio de comunicación para comprobarlo, incluso, hay gente que tiene parientes colocados, no solo en el OJ sino en el MP y la SAT para manejar mejor y completamente las cosas.

Los grandes empresarios siguen siendo protegidos y «queridos» por instituciones como la mentada SAT que permite siga el robo descarado de impuestos y en grande, no por poquitos.

La transparencia y la lucha sin cuartel contra la corrupción quedó en gran parte como una forma más de campaña electoral permanente, e incluso, sin ir más lejos en Salud Pública y Agricultura los problemas en ese sentido han sido de lo más variado, sin contar los dudosos contratos millonarios de medicinas impulsados por el Ministro de Finanzas.

En Comunicaciones y Obras Públicas las cosas han cambiado un poco, en el sentido de que unos contratistas han sido sustituidos por otros que sobornaban a funcionarios del anterior gobierno y ahora los contratos van a los nuevos amigos que aportaron y seguirán aportando para futuras campañas.

El Presidente de la República ha dado la imagen pública razonable y aparentemente honesta del Gobierno y de hecho no ha sido la figura decorativa de su antecesor, sino el que dirige y manda, como buen general del Ejército y ahora, comandante general del mismo. Él y el Ministro de Gobernación creo que son de alguna manera los salvadores e iluminadores de esa multiplicidad de sombras que han acudido en estos seis meses, aunque al coronel López Bonilla y al mismo mandatario yo les preguntaría: ¿por qué si el Código Penal prohíbe casinos y juegos de azar, en lugares de las zonas 9, 10 y ahora 4, aún continúan funcionando casinos que expenden drogas y licor? Antes se sobornaba desde el ministro de Gobernación hasta simples policías, ¿seguirá igual la cosa?

Pero, si hablamos de sombras creo que también debe de hablarse de ciertas luces que, aunque tenues, poco a poco aparecen en el horizonte, como lo es el combate a la violencia, la lucha contra el hambre, el mejoramiento comunal (no educativo ni de salud) y en algunos sectores hay disminución de la corrupción que en la era democrática y no democrática fue cosa común y corriente. Creo que para lograr más y mejores metas en este sentido hace falta integrar una verdadera Administración Pública, con una carrera administrativa permanente y estable con personas capaces y honestas y no estar «rotando» gente de un lado a otro, por los mismos que han sido de todos los partidos mientras les ha convenido y otras figuras que, como los sapos, se esconden bajo las piedras y aparecen de vez en cuando para tomar su tajada del pastel. Muchos saben de quiénes hablo, basta verlos en las fotos, y para los malpensados, yo ya estoy muy viejo,  y hay gente joven y muy capaz que puede ser la nueva administración que el Estado necesita si se deja por un lado el desastroso sistema político que hemos tenido en Guatemala. Veremos cómo van los otros meses.

Si algo le pediría al general Pérez Molina es que nos aumente la pensión a los jubilados porque, ¿sabe usted cuánto gana un general retirado del ejército?…  Adivine.