La noche está en calma, la ambición descansa


Eduardo_Villatoro

Si me atengo a las informaciones de diarios impresos, la humanitaria Gremial de Industrias Extractivas (Gremiext) habría puesto en su lugar al Presidente  de República, porque según lo entendieron los directores de tan nacionalista organización, el gobernante se estaría pasando de la raya trazada por los verdaderos dueños de esta finca denominada Guatemala, pues pretendería que el Estado administrara y desarrollara proyectos mineros.

Eduardo Villatoro


Tan pronto como los ejecutivos de esa patriótica gremial leyeron sin el apoyo de sus abogados asesores el borrador de reformas constitucionales que ha propuesto quien –para los simples mortales guatemaltecos– es el Jefe de Estado de este país con ínfulas republicanas y pesadillas democráticas, aquellos epónimos empresarios llamaron telefónicamente a la Casa Presidencial para demandar de inmediato una cita con el mandatario.

Es que no era posible aceptar decisiones del presidente Otto Pérez Molina, por muy general del Ejército que sea –aunque se encuentre en situación de retiro– sin previa consulta con los benévolos dirigentes de la plutocracia, “Específicamente  lo relacionado con la participación del Estado hasta por 40% en empresas de la industria referida” (La Hora, 3 de julio).

Al hacer acopio del dicho que señala que “Lo cortés no quita lo valiente” y procediendo como lo suele hacer con otros grupos inconformes, tal como los  díscolos adolescentes normalistas, el gobernante los atendió en el término de la distancia y ya cómodamente sentados en mullidos canapés, les explicó que “Estamos hablando de la posibilidad (entiéndase bien, es una posibilidad, no una probabilidad, nota de EV) de que los guatemaltecos tengamos hasta un 40% de participación de las acciones en cualquier actividad que se pueda dar en ese sentido”. (Prensa Libre 4 de julio)

Para ser preciso y evitar tergiversaciones que estorben la paz y el dulce sueño de los directores de la Gremiext, don Otto agregó enfáticamente “El Estado no va administrar ni desarrollar proyectos”, ante lo cual, ya con el rostro sereno y la conciencia tranquila, el señor Mario Marroquín, presidente de la gremial comentó que “Había preocupación en los mercados internacionales (¡…uta!) por la forma en que está redactado el artículo de reforma constitucional del Ejecutivo” (bis).

A fin de tranquilizar a sus pares y sin aspirar a convertirse espontánea y súbitamente en vocero del Presidente (de todos los guatemaltecos ¿no?), ni dudando de la habilidad y receptividad intelectual de sus colegas, don Mario se explayó: “El gobernante no está hablando de nacionalización, más bien lo que ellos (sic) buscan (¿dónde?) es dar más certeza a la inversión, por un lado, respetando la importancia que tiene la inversión para el desarrollo del país”  ¿Y por el otro lado?, preguntará algún metiche lector que no sabe de entelequias empresariales ni socráticas.

Procuré leer en la misma información otras razones del mandatario; pero supongo que con la exposición del señor Marroquín, el tema estaba aclarado y agotado, de modo que los espléndidos empresarios de la benemérita minería abandonaron su adusto ceño y lo tornaron en radiante sonrisa.

La noche está en calma, el músculo duerme, la ambición descansa, gime un cantante de tangos en la 6ª. avenida.

(La esposa de un empresario minero le comenta a la mucama de la casa, prima del jardinero Romualdo Tishudo:-Me acabo de enterar que el mula de mi marido sale con su secretaria. La fámula replica: -¡Eso no es cierto, señora! Usted me lo cuenta para darme celos).