Mis respetos para usted, señora Ministra de Educación


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La licenciada Cynthia del Águila ha tenido los conocimientos, la paciencia, el carácter y las mejores intenciones para llevar a cabo la indispensable necesidad de cambiar la carrera magisterial en Guatemala dada a conocer en marzo del presente año. Solo ello y su condición de mujer merece mi respeto y seguramente el de la mayoría de la población. No hay lugar entonces para sentirse abatida e impotente, ella debe comprender que acaba de ser víctima de la ausencia de valores y principios que debieron haber sido inculcados por tantos padres de familia desde hace mucho tiempo.

FRANCISCO CÁCERES BARRIOS
fracaceres@lahora.com.gt


A la señora Ministra le correspondió pagar la factura del error que la mayoría de guatemaltecos hemos venido cometiendo, según nosotros para no meternos en dificultades, sin entender que más temprano que tarde se pagan las consecuencias de seguir la pésima costumbre de “dejar hacer y dejar pasar”. Todo este descalabro de la falta de respeto y desconsideración para las mujeres no es de ahora, empezó desde cuando permitimos que los niños y jóvenes dejaran de ceder sus asientos en los autobuses del transporte colectivo, como tantas más cortesías y gentilezas elementales. Así también llevamos rato de haberle perdido el respeto a las autoridades al haberse acabado la disciplina y el buen comportamiento.
    
      Fatalmente hoy en día, el primer lugar de víctimas de patanerías, asesinatos, violaciones y transgresiones a los derechos humanos recae en la mujer por su propia condición, al haberse generalizado el que los padres de familia hayamos dejado de inculcarles a los hijos aquella sabia expresión de que “a la mujer no debe tocársele ni con el pétalo de una rosa”. Y con ello no estoy contradiciendo mi postura de ser un indignado más porque nuestros gobiernos no han cumplido con sus deberes constitucionales como el legítimo derecho ciudadano a reclamarlos, puesto que todo se puede hacer, siempre y cuando se haga con respeto, dignidad y dentro del marco de lo decente y educado.
    
     Si bien es cierto que la licenciada del Águila muy bien pudo haberse  equivocado a la hora de escoger el mejor  procedimiento para plantearle al estudiantado la reforma a la carrera magisterial, eso nunca pudo llegar a permitir que se utilizara el método del secuestro, de la imposición, del insulto y del agravio para que los estudiantes y peor todavía los maestros (hombres o mujeres) hayan hecho lo que hicieron el pasado lunes 2 de julio. Si bien es cierto que la población está harta de errores e ineficiencias provenientes de las autoridades gubernamentales, el estudiantado  cometió una  gran barbaridad al haber utilizado la violencia en contra de la señora Ministra de Educación Pública, empleando métodos por demás bajos y deleznables. Por ello creo que la señora Ministra debe seguir al frente de su despacho. Ella, mejor que nadie, conoce el problema y de sobra tiene los argumentos correctos para resolverlo.