Abusos, orden o revolución


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¿Hasta cuándo seguiremos tolerando los abusos de minorías políticas que se enriquecen, protegen y se aprovechan en detrimento de los ciudadanos? El Estado debe garantizarnos la vida, la libertad, la justicia, la seguridad, la paz y nuestro desarrollo integral. ¿Es la revolución el único camino?

Alfonso Carrillo M.
alfonso.carrillo@meimportaguate.org


Una minoría de la clase política sin consideración a los ciudadanos, los ha atropellado de manera consistente por más de 25 años.   El actual gobierno ha planteado que quiere ser diferente, sin embargo, ha planteado reformas constitucionales no sensatas ni razonables.  En estas líneas procuraré explicarme.

La República está construida bajo el supuesto de que todos somos iguales, que todos estamos regidos por la ley y que quien no la respete será castigado.

La República está para proteger a la persona y a la familia, sin embargo, se convirtió en el campo de enriquecimiento y diversión de unos cuantos políticos.

Mientras gente en el campo labra, niños y jóvenes sueñan, emprendedores inician nuevos negocios, la gente trabaja o se ocupa, ha habido minorías de gobernantes que han controlado el poder sin recordarse de que Guatemala es una República.

El país no requiere una limosna mensual de algunos víveres para quedar bien con grupos de necesitados.  Guatemala necesita construirse con visión y actitud firme y positiva.  Necesita educación pública sólida, salud, un sistema de justicia, libertad, oportunidades para hacer realidad los sueños y mucho más.

El poder gubernamental ha estado controlado por unos pocos políticos, que han hecho alianzas coyunturales dividiendo a la sociedad por una parte y por otra enriqueciéndose.

Un Congreso con unos cuantos políticos con la influencia suficiente y con mañas para controlar, impiden que se conozcan y se aprueben leyes que son de suma urgencia e importancia para el país en detrimento del bien común.  Eso es delito y hay que tener las convicciones necesarias para procesarlos y denunciarlos, esperar o igualarse es hacerse cómplice.

Hoy, hay unos pocos que han tenido la valentía de involucrarse como diputados, corren el riesgo de quedarse perdidos en el pantano por falta de una dirección y una visión clara de que tienen que hacer. 

Una Corte de Constitucionalidad que se ha enfocado en resoluciones políticas olvidando que su deber es proteger la Constitución y las leyes.  Una Corte que se ha atrevido a cercenar los derechos de los ciudadanos, a veces para congraciarse con sus compañeros de mesa, es una vergüenza, una tragedia para el Estado de derecho.

La existencia de la República depende del respeto de la Constitución y la ley.  Las víctimas de algunos fallos insensatos, en última instancia somos todos los guatemaltecos.

La ciudadanía continúa aceptando los abusos continuos de la clase política.  Por ejemplo, ahora controla la Universidad de San Carlos y otras universidades, con lo que tienen otras herramientas en su manejo del poder.

Dos son los factores comunes que afectan a la población, a los grupos de Derechos Humanos, a los empresarios, a las comunidades indígenas, a las mujeres, a los niños, a la educación, a los ambientalistas, al sistema de salud, y cualquier otro grupo de gente de bien o individuo que busca con su contribución hacer un mejor país.

El primero, una pequeña clase política que busca su propio bienestar y que se ha aprovechado de algunos buenos guatemaltecos que de buena intención han aceptado el desafío del servicio público. 

El segundo, la falta de aplicación de la ley.  Si, un sistema de Justicia que está perdido y que debe rescatarse.   La República depende de que se respete la ley. 

Cuando algunos jueces aplican la ley a su antojo alegando independencia judicial,  la labor de los buenos jueces no pueden rendir frutos y el Estado está perdido, con lo que todos los grupos de bien sufren.

En tiempos recientes, pareciera que algunos líderes y grupos padecen de miopía y en vez de enfocarse en aportar y construir positivamente se han perdido atacando a otros grupos. 

El rescate sólo se logrará por una parte castigando severamente a esas minorías políticas aprovechadas y a los malos jueces. Por otra parte dando el ejemplo del respeto de nuestras leyes y de los derechos de los otros.  En tanto eso no suceda, la mayoría de la población seguirá sufriendo ilimitadamente.

El problema es de Nación, de construir y fortalecer la República.  Las reformas constitucionales deben estar orientadas a resolver las causas de los problemas de fondo, después podemos pensar en otras.  Señor Presidente, hoy la Constitución, frecuentemente es letra muerta, reflexione, hay muchos sufriendo innecesariamente, usted tiene la dirección en sus manos.

La opresión, el abuso y el sufrimiento llegan a un punto donde la revolución es la única opción.  ¿Cuánto más debe sufrir una gran mayoría para llegar a ese punto?