Desde hace tiempo que creo y promuevo que el verdadero cambio está en el cambio de las reglas de juego. Si analizamos lo que ha permitido o no el desarrollo de los pueblos a lo largo de la historia de la humanidad, se puede observar la notoria incidencia que tiene el juego de reglas sobre los resultados finales en la vida de las personas. La clave está, creo yo, en entender primero la naturaleza del hombre para lograr diseñar un marco legal que le permita desarrollarse al máximo sin atropellar flagrantemente la vida, la salud y el patrimonio de terceros.
Y claro que sería buenísimo tener la oportunidad de un borrón y cuenta nueva para poder seguir ejemplos sencillos y claros como el de la Constitución de los Estados Unidos de América y por qué no mejorada y afinada. Pero como sabemos que eso es virtualmente imposible lo que nos queda es hacer esfuerzos decididos que puedan despegar desde nuestra actual realidad. Antes de analizar cualquier propuesta de cambio constitucional debemos recordar que la Constitución es un instrumento de control del pueblo para con los gobernantes y no al revés. Bajo este supuesto, el gobernante puede hacer únicamente lo que la ley le ordena, mientras que los mandantes podemos hacer todo aquello que la ley no prohíbe.
El presidente Pérez Molina lanzó, apenas esta semana, a discusión y análisis las primeras reformas constitucionales que pretende llevar a cabo para poder mejorar la situación del país desde su perspectiva. He leído las reformas propuestas y hay algunas que parecen hechas con mala intención, ¿intención de qué? Pues de lo que la mayoría de seres humanos terminan de adorar y depender, el poder. Entre las reformas las hay positivas y negativas y muchas que no quitan ni ponen, no ayudan, pero tampoco representan un cambio real en contraste con los artículos vigentes. Aunque prometo seguir analizando a profundidad todos los cambios propuestos por la relevancia e impacto que esto podría tener en la vida de todos los guatemaltecos, me atrevo a darles una probadita de lo que se viene.
Veo con buenos ojos la creación y el empuje de la carrera judicial aunque habrá que hacer buenos reglamentos para que funcione. También me parece correcta la idea de separar las funciones administrativas de las de materia judicial creando el Consejo Superior del Organismo Judicial. Aunque hay que decir que la separación no queda del todo clara cuando cambian el artículo 218 y le confieren al nuevo ente administrativo la facultad de integrar la Corte de Apelaciones y otros tribunales. Las que se refieren a la forma de elegir magistrados y otros puestos importantes en nuestra estructura judicial, lejos de mejorar, el procedimiento sigue dando las bases para que lo realmente importante y corrupto sean las elecciones de las autoridades universitarias y de colegios profesionales.
Las reformas a tres artículos del Capítulo V del Ejército, no le hacen nada bien a la funcionalidad del sistema de monopolio de la fuerza que hasta el momento le hemos dado al Ejército y la Policía. Ya anteriormente los artículos claramente definían que las funciones del Ejército incluían la de mantener “la paz y seguridad del interior” y no solo los asuntos exteriores o fronterizos. Mal hacen en aclarar lo que ya está claro porque terminan por enredarlo.
El artículo 110 también se modifica incluyéndole un párrafo que quita el derecho de indemnización a los trabajadores del Estado que obtuvieron sus puestos por tiempo definido y bajo el concepto de elección. Esto me parece correcto porque, aunque creo que el derecho de indemnización es una aberración de la legislación laboral moderna que resta competitividad a los trabajadores y a las empresas para las que laboran, parecía el colmo que al terminar los períodos los funcionarios electos se llevaran jugosas indemnizaciones.
En la próxima entrega les ofrezco continuar con los temas más delicados de la propuesta de reforma constitucional.