El caso del presidente de Paraguay, Fernando Lugo, es en realidad importante para el análisis porque se trata de una disposición basada en la legislación interna de ese país que faculta al Senado para destituir al Presidente de la República, pero no se pueden pasar por alto otros factores que, de todos modos, hacen ver el asunto como un manotazo contra el mandato constitucional que recibió el otrora obispo.
Indudablemente que el Senado, de acuerdo al derecho interno, tiene facultad para decidir como lo hizo, apartando al Presidente del cargo y en ese sentido mal puede criticarse desde afuera una decisión, que aun siendo a lo mejor más política que legal y justa, tiene el respaldo de la legalidad. Y en el caso del Presidente paraguayo hay que decir también que se trata de un político que perdió en buena medida su autoridad moral, su credibilidad, puesto que fue elegido como un antiguo obispo que se había dedicado a cumplir su ministerio al pie de la letra, incluyendo su preocupación e interés por los más necesitados, pero una vez en el poder empezaron a salir a luz una serie de escándalos de su vida privada que borraron todo lo que fue fundamental para los electores al momento de elegirlo.
Lugo había dejado de ser Obispo de la Iglesia Católica porque dijo que prefería trabajar políticamente por los pobres de su país y que no estaba renegando de su fe, sino escogiendo nuevas rutas para cumplir con lo que sentía que era su deber. Y así fue elegido por su pueblo, como un hombre de Dios que por su gente, no por otras razones, colgó los hábitos y se dedicó a la política.
Creemos que la coherencia es fundamental para quien asume responsabilidades políticas y que un estadista no tiene mayor capital que el que le otorga la autoridad moral. Congruencia entre lo que se dice y lo que se hace constituye una fortaleza indiscutible de cualquier dirigente, sea político, empresarial o social. Lugo falló porque su vida no era lo que él decía y eso debilita mucho la posición de cualquiera. No es moralismo, sino simplemente que no se puede navegar con bandera de rectitud cuando se tiene un equipaje tan pesado como el que arrastran ciertos personajes de la vida pública.
El triunfo de la oligarquía paraguaya ha sido señalado por muchos analistas, pero hay que ver que Lugo les hizo fáciles las cosas, puesto que en el poder se fue diluyendo en medio de escándalos que le impidieron, en primera instancia, cumplir con sus promesas de campaña y luego dirigir con solvencia el rescate de la dignidad, de la moral y la decencia de un país sojuzgado por la dictadura a lo largo de tantos años.
Minutero
A cualquiera con doble moral
fácil le arman el tamal;
no puede haber trascendencia
si no existe coherencia