La nueva política dispuesta por la administración Obama en el tema migratorio, beneficiando a los menores de 30 años que llegaron al país llevados por sus padres y que han cursado estudios, de manera que no sean deportados sino que puedan recibir un permiso de trabajo, constituye sin duda alguna la mejor noticia para miles de guatemaltecos que viven en Estados Unidos y que llegaron a ese país sin cumplir los requisitos migratorios, puesto que se les abre una maravillosa oportunidad para normalizar su situación gracias a una decisión humanitaria y coherente.
De hecho, hasta el mismo Mitt Romney que en su campaña primaria había sido virulento opositor de los migrantes y habló de la deportación masiva de los que entraron ilegalmente, ha tenido que moderar su discurso y ahora plantea en términos similares el abordaje del problema de la migración ilegal y del trato a los que ya están en Estados Unidos. Se trata de más de once millones de personas y no hay forma de que todos ellos puedan ser deportados. Además, la economía norteamericana tiene una gran dependencia del trabajo y también, por qué no decirlo, de los impuestos que pagan los migrantes ilegales y no sería fácil encontrar quién se haga cargo de las tareas que los blancos anglosajones han ido despreciando y que ahora requieren la mano de obra del inmigrante latinoamericano conocido como hispano.
A lo largo de las últimas décadas miles de personas han entrado ilegalmente a Estados Unidos y muchos de ellos se llevan a sus hijos menores de edad. Aparte de los que nacen allá y por ese mismo hecho, de acuerdo con la legislación norteamericana, son ciudadanos con pleno derecho, son cientos de miles esos jóvenes que han acudido a las escuelas, que dominan el idioma inglés, que forman parte de la comunidad aun si tener los papeles que acrediten su residencia, pero que piensan y viven sintiéndose parte de los Estados Unidos. Gente que se ha preparado en escuelas públicas, muchos de ellos que han acudido a universidades para terminar su formación y que por la falta de papeles no tienen la oportunidad de trabajar y poner en práctica sus habilidades en las que ya han superado a sus padres.
Ciertamente la nueva política migratoria no es un borrón y cuenta nueva para solventar la situación de todos los migrantes que están ilegalmente en Estados Unidos, pero es el paso más grande que se ha dado para enfrentar la situación y adelantar en el diseño de una política coherente que pueda ponerle fin a la inmigración sin papeles, pero que tome en cuenta la dramática realidad de quienes entraron llevados por sus padres y no conocen otra patria que Estados Unidos.
Minutero:
Que dialoguen con cordura
los maestros y estudiantes
y que en una crisis futura
ya les cambien los talantes