La Hora realizó un análisis a partir de la información de 270 pandilleros de la “Mara 18” que poseen las autoridades, la cual arroja datos sobre sus orígenes y familia, nivel de escolaridad, capacidades productivas e historial criminal. Los resultados dejan ver que la mayoría vivió con sus dos padres, tiene educación primaria y conocimientos suficientes para ocuparse en oficios manuales, pero también cuentan con un expediente carcelario en crecimiento.


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Información del Sistema Penitenciario (SP) refiere que en la actualidad hay 450 integrantes de la Mara 18 privados de libertad en los diferentes centros carcelarios del país, que en su mayoría se encuentran en el Sector 11 del Centro de Detención Preventiva para Hombres de la zona 18.
La Hora tuvo acceso a fichas con información de 270 líderes e integrantes de esa pandilla, lo que representa un 60 por ciento del grupo que se encuentra tras las rejas, y que según investigaciones del Ministerio Público (MP) y la Policía Nacional Civil (PNC), son quienes planifican crímenes y giran órdenes a sus colaboradores para cometer ilícitos en el exterior.
Funcionarios responsables de la seguridad ciudadana califican las acciones de este y otros grupos que operan al margen de la ley como “sanguinarias”, pero no todos conocen los datos sobre los pandilleros, los cuales revelan aspectos que pueden considerarse vitales para evitar que más niños y adolescentes se involucren en las actividades de las pandillas.
EL ORIGEN
La información oficial refiere que el 88.14 por ciento de los 270 pandilleros, lo que representa 238 casos, tiene a sus dos padres, mientras que el 10.74 por ciento -29 casos- solo tiene mamá y el 1.11 por ciento -3 casos- no conoce a sus progenitores.
Sin embargo, expandilleros que trabajan en proyectos de rehabilitación con la Asociación para la Prevención del Delito (Aprede) y Grupo Ceiba, coinciden en que tener a los dos padres no es sinónimo de un hogar integrado.
En ocasiones, explican los entrevistados, los adolescentes son víctimas de violaciones y agresiones dentro de su casa, especialmente cuando conviven con padres adictos al alcohol o a las drogas.
En algunos casos, el padre ha muerto, dejando toda la responsabilidad del hogar a las madres de familia, quienes no siempre pueden ocuparse del cuidado y la atención de sus hijos.
Las colonias o asentamientos donde los detenidos residían son El Granizo, 4 de Febrero, La Verbena, Castillo Lara, Kaminal Juyú, Quinta Samayoa, de la zona 7 capitalina; Villalobos I, El Esfuerzo, La Joyita, El Mezquital, La Esperanza, La Isla, en la zona 12; Paraíso II, Los Cerritos, Lomas de Santa Faz, El Limón, colonia Kennedy, Alameda, Atlántida, Candelaria, en la zona 18, y San Ignacio, Lo de Bran, Carolingia, La Brigada y El Tesoro, en Mixco.
También se encuentran registros de pandilleros que vivían en Santa Faz, Cipresales, Jocotales, colonia San Juan, en la zona 6; Santa Catarina Pinula, San Pedro Ayampuc, Ciudad Peronia en Villa Nueva, San Pedro Sacatepéquez, Retalhuleu y Mazatenango.
EDUCACIÓN Y OFICIOS
La información revela que el 55.92 por ciento de los 270 pandilleros -151 casos- terminó los estudios del nivel primario, mientras que el 30.37 por ciento -82 casos- cuentan con educación básica y un grupo menor, el 5.55 por ciento -15 casos-, obtuvo un título de educación media. Además, 20 pandilleros son analfabetos, uno tiene estudios de nivel superior y de uno más se desconoce su situación académica.
¿Es posible que jóvenes con educación primaria puedan tener de rodillas a una sociedad?, o acaso ¿Alguien más dirige sus acciones?
Marco Antonio Garavito, psicólogo y director de la Liga de la Higiene Mental, considera que el factor de la escolaridad y las actividades de los pandilleros deben analizarse desde dos puntos de vista; el primero es que la capacidad de organización se puede obtener sin la necesidad de pasar por las aulas y el segundo es que las pandillas trabajan vinculadas a grupos criminales, con más capacidades, lo que les permite alcanzar un nivel de operación complejo.
“Hay que plantear que detrás de los grupos de pandillas que se han vinculado a los grupos del crimen organizado, es decir que hay otros sectores que dirigen, organizan y vinculan, pero lo que hay que entender también es que los jóvenes, cuando desde muy chicos, aunque no tengan ni primero de primaria se van a la calle, tienen la capacidad de aprender muchísimas cosas y una es esa, la capacidad de organización, de planificación, que no pasa necesariamente por la academia o por la escuela”, refiere el profesional.
Garavito dice que las situaciones que ubican a estos jóvenes en “sobrevivientes”, de violencia, pobreza y marginación, permite que ellos alcancen ciertas capacidades.
“En Psicología decimos que ese tipo de personas son sobrevivientes porque han vivido en hogares violentos, en condiciones de pobreza; cuando todo eso lo ponen en juego, les da una gran capacidad humana para hacer cosas, pero en este caso son cosas negativas”, dice el experto. “No hay que asumir que son tontos o incapaces”, puntualiza.
Además de la educación formal, los pandilleros también tienen conocimientos para desenvolverse en diferentes oficios. Unos 60 de los privados indicaron que estaban empleados en “oficios”, aunque no especificaron qué hacían. Entre los que sí detallaron sus capacidades se cuentan panaderos, electricistas, mecánicos, operarios, ayudantes y pilotos de buses, albañiles, ayudantes de albañil, entre otros.
Aparte, otros 50 jóvenes admitieron estar desempleados cuando fueron detenidos por las autoridades. Uno de los flagelos constantes, según las organizaciones de la sociedad civil, es que los grupos del crimen organizado, buscan principalmente jóvenes desempleados para “contratarlos”, para hechos ilícitos.
Por otro lado, también resaltan que quienes buscan emplearse encuentran el obstáculo de no ser contratados, por vivir en áreas consideradas como rojas, lo que abre el eterno debate de las oportunidades que tienen las personas de escasos recursos miembros de la sociedad, lo que, sin ser una justificación, sí es un factor que contribuye al crecimiento de las maras.
HISTORIAL REINCIDENTE
El análisis de las 270 fichas destaca que la mayoría de los pandilleros empezaron a delinquir a temprana edad. La cuantificación del informe indica que 163 jóvenes fueron detenidos cuando tenían entre 20 y 25 años.
Otros 51 fueron aprehendidos cuando sus edades oscilaban entre los 17 y 19 años; al menos dos fueron traslados de un centro de menores a una cárcel, pues así lo consigna la ficha que contiene sus datos. Mientras tanto, otros 48 fueron consignados cuando tenían entre 26 a 30 años y un pequeño número -8 casos-, cuando tenían entre 31 y 35.
La información detalla que 139 de los detenidos ingresaron a prisión por el señalamiento de un solo delito, principalmente por robo agravado, violación, abusos deshonestos, portación ilegal de explosivos u obstrucción extorsiva de tránsito, ente otros.
Mientas que 131 fueron aprehendidos en más de dos ocasiones; incluso existen registros de hasta 10 ingresos, como el caso del pandillero Pablo Bladimir Hernández, quien posee un alto historial delictivo por robo agravado.
Asimismo se puede mencionar el caso de Osman René Coronado Martínez, alias el Plocky, con al menos 6 detenciones por los delitos de asesinato, homicidio o robo agravado. Este joven ingresó a la prisión cuando tenía 21 años; en ese entonces no ocupaba un puesto importante en la jerarquía delictiva, como hoy lo tiene.
Garavito explica que el ocio permite que no exista una rehabilitación real, pues si hubiera programas que mantuvieran ocupados a los privados de libertad, la situación sería distinta.
“El ocio, el no hacer nada, el no tener políticas de rehabilitación, hace que la gente esté pensando en la maña, digámosle así; hay casos que no son rehabilitables; es muy difícil en nuestro medio. Una vez me decía un preso, mire usted el 80 por ciento de los que estamos aquí adentro cometimos nuestro primer error y al salir no lo volvemos a cometer, porque estar preso es lo peor que puede suceder, el otro 20 por ciento son reincidentes y esos vuelven a salir y hacen lo mismo, allí se necesitan políticas más fuertes”, dice el experto.
ESTADO CIVIL Y SUS HIJOS
Según los informes, la mayoría de los detenidos indicó ser soltero; al menos 129 lo afirmaron. Otros 122 pandilleros dijeron estar unidos con su pareja; 15 expresaron ser casados, 3 divorciados y uno más no proporcionó detalles de su estado civil.
Por otro lado, 152 manifestaron que no tienen hijos o lo desconocen, 62 indicaron que tienen uno; 41 privados de libertad afirmaron que tienen dos hijos y el resto tiene de 3 a 6 hijos.
Myrna Ponce, coordinadora del Observatorio de Educación Reproductiva, observa con preocupación la cantidad de hijos que los integrantes de esos grupos pueden tener, pues en algunos casos los convictos tienen hasta dos esposas o convivientes.
“Muchos de estos patojos que están presos tienen hasta dos esposas o dos convivientes; es una irresponsabilidad y el Estado debe actuar, y para eso deben funcionar sus instituciones –Ministerios de Salud y Educación- para informar. Eso de que a los niños hay que hablarles para que sean castos y puros eso ya no funciona, porque están expuestos al Internet, a las películas, y como prueba de ello estos jóvenes”, dice Ponce.
Según la entrevistada, preocupa como un patrón de violencia puede reproducirse, con los hijos de los mareros detenidos, ya algunos hasta pierden la vida y sus hijos se quedan expuestos a repetir el mismo ciclo de vida.
“El año pasado fui a la colonia El Limón y encontré a un chiquito tatuado, tenía 13 años pero era muy chiquito. Le dije ¿Y por qué te pintaste –no le dije por qué te tatuaste-? Él me dijo: mi papá lo hacía y le quedaba bien. ¿Y dónde está tú papá?, le pregunté. Ya lo mataron, me dijo. Imagínese, y no estudiaba, entonces de nuevo se reproduce ese ciclo”, explica la experta.
¿LA VIOLENCIA SE HEREDA?
El director de la Liga de Higiene Mental, opina que la violencia es un fenómeno “aprendido” –que no se hereda–, y por eso las circunstancias y el ambiente social pueden influir en que el hijo de un integrante de pandilla reproduzca el mismo patrón de vida.
“Si hay una atención de la niñez eso no se hereda, la violencia es algo que se aprende no es un fenómeno hereditario, y va a depender un poco de las circunstancias. Claro, si estos niños están expuestos a ese ambiente que ha permitido que el mismo padre caiga en todo eso, desde luego”, dice el profesional.
“Claro, si están en una condición de altísimo riesgo, por supuesto que sí (van a reproducir el patrón de vida). Eso lamentablemente el Estado no lo previene, no hay recursos ni políticas para poderlo hacer y es una manera de prevenir para que en el futuro esto crezca, luego nos quejamos de la violencia, pero no hacemos nada, desde el Estado para que contribuya para que eso sea frenado”, dice el entrevistado.
Marco Antonio Garavito
Liga de la Higiene Mental
REVELACIONES
Las fichas con información de 270 líderes e integrantes de la Mara 18 revelan datos de su forma de vida.
238
tienen a sus dos padres
151
terminaron la primaria
82
terminaron los básicos
50
eran desempleados
163
fueron capturados entre los 20 y 25 años
152
indicaron no tener hijos