En una sociedad de sobrevivencia, el arte es visto casi como innecesario. En otros países se considera fundamental para el desarrollo. La lectura de obras literarias, la presencia en obras de teatro trágicas o la visita en museos, no son necesidades en nuestro país.
Enfocándonos en esto último, los museos, éstos podrían llegar a cumplir una función primordial en la sociedad. Para empezar, son conservadores del arte y de la historia de un pueblo. Esto significa que pueden enseñarnos a observar cómo nuestros antepasados resolvieron problemas similares a los que nos enfrentamos hoy día (pues, con el arte también se resuelven problemas, tanto de carácter tecnológico como ideológico).
Se puede pensar, sobre todo en las crisis educativas que hemos afrontado últimamente, que el proceso de enseñanza-aprendizaje se basa casi exclusivamente en la clase presencial.
En este caso, por ejemplo, los museos podrían ser utilizados para una enseñanza de interacción, muy íntima, entre estudiante y el objeto (ya sea obra de arte o pieza histórica).
Los museos también deben servir como vía de expresión del arte plástico, ya que éste es su espacio natural; los pintores y escultores, debido a la ausencia de estos espacios, han logrado abrir otros, pero que no son comparables.
En este sentido, los museos deben propiciar la experiencia directa entre espectador y obra de arte. A manera de conclusión, se puede recordar que el escritor español Ramón María del Valle-Inclán llevaba comúnmente a sus estudiantes de Estética al Museo del Prado, en Madrid, y se quedaba callado mientras apreciaban las obras ahí expuestas.