Cómics para aliviar la bronca de los indignados


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Un individuo con piel azul fosforescente y camiseta negra alza las manos como garras mientras su cabeza se evapora, cual pastilla efervescente, sobre el fondo amarillo que lo rodea.

POR ALEX OLLER

Es el retrato del “indignado” que la editorial Norma escogió para la portada del cómic Revolution Complex, una antología de 25 autores barceloneses sobre la respuesta ciudadana a la crisis económica, social y de valores surgida en las ciudades de España hace un año, cuando la sociedad civil salió a la calle el 15 de mayo y ocupó las plazas durante días y noches en forma de acampadas.

Sus 33 historietas se presentan a modo de comprimidos efervescentes, que deben tomarse “por la vía óptica”, según se explica en el interior.

“Al principio quisimos que la cabeza fuera simplemente un comprimido, a modo de receta contra la indignación, pero finalmente optamos por mostrar cómo al hombre se le evaporaba el cerebro en forma de burbujas que son pequeñas personas y acaban formando un movimiento”, explica uno de sus dibujantes, Claudio Stassi. “Tampoco quisimos usar “15-M” –el término con que se alude a las movilizaciones del 15 de mayo– en el título, pues pertenece a los indignados, y no queríamos que se nos acusara de oportunistas para vender”.

Nacido en la ciudad italiana de Palermo hace 34 años, Stassi reside en Barcelona, donde las protestas del 15-M cobraron especial relevancia internacional la pasada primavera, sobre todo a raíz de los violentos desalojos de manifestantes en el centro de la ciudad.

“Quisimos contar lo que pasaba: por qué la gente se indignó tanto como para ocupar las plazas en España, Europa, Sudamérica”, dice Stassi sobre una viñetas que dan cabida a un amplio abanico de actores sociales: ciudadanos, políticos, policías, periodistas, sacerdotes con ánimo de “queja colectiva por la situación que estamos atravesando”, según redacta el colectivo de autores.

La idea partió de la propia editorial, que inquirió a los dibujantes locales sobre la posibilidad de retratar el singular periodo. Dotados de libertad creativa, los autores optaron por la fórmula farmacéutica, con las siguientes indicaciones: “Revolution Complex pertenece al grupo de obras realizadas por el ser humano compuestas de ironía + indignación + rabia rabiosa + cruce cables + grrrrrrrrrrrrrr (o eso pretende y está en el ánimo de sus pobres autores). Está indicado para el tratamiento sintomático de la impotencia diaria que uno siente al conocer las políticas económicas que se están llevando a cabo en nuestra querida y vieja Europa”.

Viñetas en forma de cartel publicitario critican ferozmente la sociedad de consumo. Otra, en que aparece un hombre que vive aislado en su apartamento y lanza objetos a los manifestantes, denuncia la falta de conciencia social, uno de los principales reclamos del 15-M. También se abordan las relaciones intergeneracionales en un diálogo imaginario entre un “indignado” acampado en la plaza y su abuelo fallecido, el papel de las redes sociales en la sociedad actual, el saqueo desvergonzado y corrupción de la clase política mediante la conversación de cinco prostitutas de lujo, la autocrítica de los que vivieron por encima de sus posibilidades o los efectos devastadores de los recortes sociales en una tira protagonizada por humanos con rostro animal.

Con una fuerte carga de humor e ironía, se trata de afrontar temas duros que preocupan a la sociedad: crisis, desempleo, corrupción, precariedad, inmigración, recortes sociales, burbuja inmobiliaria, banqueros y agencias de calificación

“El cómic se quita así el traje infantil. Tiene la ventaja que llega a un público muy amplio, de todas las edades, y recurre a la ironía como recurso de denuncia. Ya lo hizo (Charles) Chaplin en ‘El Gran Dictador’ o Roberto Benigni con ‘La Vida es Bella’. Y aquí cada autor ha aplicado su particular punto de vista”, apunta Stassi.

En el prólogo, el periodista Jaume Vidal reivindica el cómic como “un nuevo periodismo vivido, radical e inconformista. Herramienta para difundir y compartir anhelos”, al tiempo que referencia “Persépolis” de la iraní Marjane Satrapi como ejemplo de novela gráfica que despertó conciencias, siguiendo la senda de maestros reconocidos como Will Eisner o Art Spiegelman.

“Es un cómic difícil de criticar. Como ocurre con recopilaciones de diversas historias, habrá algunas que gusten más y otras menos, pero el resultado es muy loable. Algo superior a otros cómics del 15-M como ‘Yes We Camp!’, que presenta autores más consolidados pero quizás peca de mayor precipitación, aunque hay que recordar que se trata de una obra sin ánimo de lucro”, opina Xavier Domenech, propietario de la tienda Arkham Comics y simpatizante del movimiento “aunque indignado desde dentro, porque el trabajo obliga”.

Domenech explica que Revolution Complex ha tenido buena acogida entre el público “mayoritario de treinta a cuarenta años” al tiempo que valora la calidad de los dibujos y las historietas y “las entrevistas de Stassi a personajes de la calle o las viñetas con un único dibujo y frase de (Artur) Laperla y (Marcos) Morán, muy del estilo de (la revista) The New Yorker. Se trata de un buen concepto, bien desarrollado por dibujantes jóvenes que retratan la sociedad que les rodea y evitan ser tendenciosos”.

Como único “pero”, Domenech señala que “la tira de Martín Pardo con vestidos recortables para que se infiltre la policía catalana no la puedan entender del todo algunos indignados del extranjero que también han comprado el cómic”.

Arcadi Oliveres, reconocido economista catalán y presidente de la asociación Justicia y Paz, quien participó activamente de las manifestaciones, charlas y comisiones del 15-M, colaboró también en el proyecto con un texto en el que destaca el valor de la discrepancia como “elemento básico de cualquier democracia verdadera”. Pasado un año, Oliveres opina que “el movimiento ha alcanzado un posición de madurez”.

“Los indignados están trabajando en los barrios, aportando pedagogía política y reivindicaciones sociales concretas, como con los desahucios de viviendas por impago de hipotecas que afectan especialmente a los inmigrantes”, acota el economista.

Resalta que “el colectivo inmigrante se ha movilizado por su cuenta desde hace mucho tiempo, pero es verdad que ha sufrido en especial las consecuencias de la actual situación y lucha a diario por salvar su precariedad”.

“Yo no tengo problemas por pertenecer a la Comunidad Europea, pero un sudamericano, cuando llega aquí, no es nada”, acota Stassi. “Y el nuevo gobierno español está tomando las peores medidas que he visto en mi vida (recortes presupuestarios en sanidad, educación, servicios sociales y pérdida de derechos laborales). Incluso peores que las de (el ex primer ministro de Italia) Silvio Berlusconi, que es decir mucho”.

“Los inmigrantes tienen miedo y los políticos no se dan cuenta que, en realidad, son la espina dorsal de la sociedad. Con su dinero, permiten que la gente mayor se pueda jubilar, y hacen el trabajo que mucha gente no quiere hacer. Parece que echándoles del país se resuelvan todos los problemas, cuando es la integración lo que marca la evolución de un país”, sostiene Stassi.

El autor de la portada, Danide, la define como “autoparódica” y exhibe el proyecto colectivo como “reflejo de la pluralidad que se vivió en las diferentes manifestaciones de las plazas”.

Con una tirada de 4000 ejemplares en España y distribución en Latinoamérica, Revolution Complex aspira a “dar voz a los millones de personas que se han manifestado para pedir una sociedad más justa y un gobierno trasparente”, según sus autores.

“Este cómic no va curar la indignación, pero puede aliviar un poco el dolor, el estrés y la rabia leyendo las historias y pasándolo bien. Afrontando temas fuertes de forma ligera. Es una pastilla revolucionaria”, resume Stassi.