La poesía es la mejor aliada cuando uno quiere encontrarse, es como ver un espejo de sentimientos cuajados desesperados por salir ya sea en forma de versos o lágrimas. No importa, los resultados siempre son los mismos.
La poesía es un instrumento quirúrgico que penetra corazones, aruña almas y hace sangrar al cerebro. Es la única forma en la que un escritor puede llegar a tener una tenue noción de las cosas exóticas que lo conforman.
Es una gota de misticismo que Dios sin querer derramó sobre el humano, el accidente le ha salido caro, varias víctimas por culpa de este incidente divino recibieron el preciado don del sufrimiento, como lo diría el gran Rubén, ya han emprendido el camino de la locura para nunca más regresar.
En estos tiempos tan veloces pareciera que no hay lugar para la poesía. Los versos no vienen del chat. La verdadera pregunta sería:
¿Qué busca un poeta en el siglo XXI?
No presumo de saber la respuesta, pero si conocer el deleite que es escribir un verso que nadie va a leer.
Las cosas no siempre son útiles, y simplemente no se puede luchar contra la necesidad de plasmar palabras.
Los adjetivos son pequeños dulces con distintos sabores y el poeta es un alquimista que hace pócimas a su antojo.
Un poemario es un templo misterioso y oscuro en donde el poeta se encuentra cara a cara con su mejor aliado o su peor enemigo, con í‰l mismo.
La poesía es fiel, pura y sin filtros. Es la herramienta principal de un escritor que no busca absolutamente nada más que escribir.
Y con eso basta, todo lo demás viene por analogía.