España logró colocar el jueves 2 mil 100 millones de euros (2 mil 620 millones de dólares) en una subasta de bonos soberanos, aunque a un interés mayor; mientras la presión de los mercados sobre la deuda española seguía relajándose a la espera de una solución para el sector bancario español que está poniendo en jaque a la eurozona.
El Tesoro pagó un interés promedio de 6% para vender 611 millones de euros (770 millones de dólares) en bonos a 10 años, frente al 5,7% de la subasta del 19 de abril. No obstante, el rendimiento fue inferior al 6,1% exigido en el mercado secundario, donde los bonos son contratados abiertamente, un indicador del nerviosismo inversionista.
El resto del dinero se repartió en bonos y obligaciones a dos y cuatros años, que se pagaron a intereses ligeramente superiores a la anterior colocación.
La desconfianza en el sistema financiero español, ahogado en una montaña de activos tóxicos vinculados al colapso inmobiliario, disparó la presión de los mercados sobre la deuda española, cuyo rendimiento llegó a escalar a 6,7% la semana pasada.
Pero la expectativa de una solución para la banca española con ayuda europea ha disminuido considerablemente el sobrecosto de la deuda, que hoy caía a 6,08%, dando un gran respiro al gobierno conservador español.
Los analistas consideran insostenible a mediano y largo plazo un interés de entre 7% y 8%, como el que llevó a Grecia, Irlanda y Portugal a solicitar ayuda internacional.
Antonio Barroso, de la consultora Eurasia Group, dijo que la venta de bonos fue positiva por una parte al demostrar que España puede seguir financiándose por su cuenta, aunque los intereses mayores que ha debido pagar indican que los mercados «todavía tienen un problema de confianza a largo plazo».
España se encuentra en recesión y soporta un desempleo de 24,4%, pero la tormenta financiera que azota el país desde hace días tiene al sector bancario en el ojo del huracán.
La caída de Bankia, que solicitó 23 mil 900 millones de dólares para sanear su balance, ha generado dudas sobre la capacidad de España para rescatar a sus bancos, que deben cubrir 180 mil millones de euros (223 mil 950 millones de dólares) en activos tóxicos, créditos e hipotecas en riesgo de impago vinculados al colapso de la construcción.
Los mercados entienden que Bankia es sólo la punta del iceberg y que la cartera tóxica de la banca española es mayor de lo que se estima.
Bankia, cuarto banco del país con 10 millones de clientes, fue el octavo banco nacionalizado desde el estallido de la crisis en 2008 y sin duda el más importante, pero algunos expertos estiman que el sistema financiero español requiere una ayuda adicional que podría oscilar entre 60 mil y 160 mil millones de dólares que el Estado no podría recaudar con los actuales costos de financiación.
El propio presidente del Banco Santander, Emilio Botín, cifró el pasado lunes en 40 mil millones de euros (49 mil 700 millones de dólares) las necesidades de recapitalización de la banca española.
De momento, el gobierno español niega que el país requiera ayuda externa. Sobre la recapitalización de la banca, el ministro de Economía, Luis de Guindos, afirmó que esperarán los resultados del informe que está elaborando el Fondo Monetario Internacional el 11 junio y a las auditorías externas encargadas.
El problema español también es europeo y ha vuelto a generar dudas sobre la viabilidad del euro como moneda.
En las últimas horas, ha cobrado vida la versión de que Europa podría inyectar dinero en el sistema financiero español, sin exigir al país los duros ajustes que por ejemplo afrontan Grecia, Irlanda y Portugal por el dinero de sus rescates.
En julio del año pasado, los 27 países de la Unión Europea acordaron un mecanismo que permitía acudir al fondo de rescate para recapitalizar bancos a países que no están rescatados, como España, cuya situación fiscal y volumen de deuda es relativamente saludable.
Ese mecanismo, del que podría servirse España, inyectaría el dinero en los bancos a través del gobierno. Pero como el capital estaría exclusivamente dirigido al sistema financiero, las condiciones del préstamo serían mucho menos exigentes que las de un rescate convencional, en el que inspectores europeos y del Fondo Monetario Internacional revisan regularmente los ajustes exigidos para ir liberando la ayuda.