La Organización de Estados Americanos está iniciando su Asamblea General en la que el tema más importante será la discusión sobre la iniciativa que pretende reducir el ámbito e importancia de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos que, en honor a la verdad, es la única instancia de ese foro regional que juega algún papel importante porque en todo lo demás es obvio que se trata de una entidad que es la mejor evidencia de aquello de que “el que paga, manda”.
En toda América Latina el tema de los Derechos Humanos es y ha sido un asunto importante y preocupante, porque tenemos una negra tradición en cuanto al irrespeto a las garantías fundamentales del ser humano. Raras son las excepciones en la región en donde ha habido respeto a la dignidad y libertad del ser humano, por lo que la función de la Comisión ha sido relevante no sólo para sancionar situaciones específicas, sino además para promover el debido respeto a aquellas normas de carácter universal que pretenden preservar los privilegios inherentes a la persona.
Otras instancias de la OEA han demostrado inutilidad porque no se pueden pronunciar nunca en contra de los Estados que, por ser los miembros, se arropan para protegerse con la idea de que hoy es por ti, pero mañana será por mí. Y así hemos visto que desde fraudes electorales hasta manoseos de otro tipo, en la región todo se avala y hasta la famosa Carta Democrática es una declaración de defensa de los regímenes para permitirles a los gobernantes seguir administrando los países como si fueran su finca.
Y de esa cuenta no es casual que ahora la Asamblea General de la Organización de Estados Americanos esté a punto de volver más insulsa a la entidad mediante resoluciones y decisiones que pretenden castrar a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, dejando así totalmente sholco al foro regional para que no tenga ni un diente siquiera que pueda molestar a los gobiernos de los Estados que lo integran. No olvidemos que la OEA usa raseros diferentes para juzgar situaciones iguales y el caso de Cuba es uno de los ejemplos más claros.
Guatemala, con el debut en Asamblea General del Ministro de Relaciones Exteriores, tendría que jugar un papel protagónico en defensa de la CIDH y en la promoción más intensa de sus funciones como garante de los derechos humanos en la región. Un gesto de independencia e hidalguía nos serviría para mantener ese respeto que se ha ganado Guatemala con posturas de independencia en los últimos tiempos y acaso el tema de la OEA sea prueba de fuego.
Minutero:
De verdad merece repulsa
una OEA tan insulsa;
a ver si nuestro canciller
hace algo por valer