El presidente del Dynamo de Houston, Chris Canetti, se sentó en la última hilera del Estadio BBVA Compass mientras estaba vacío, miró hacia el oeste e hizo una audaz predicción.
“Algunos no concuerdan conmigo”, dijo, “pero creo que la MLS, con el tiempo, y no sé cuánto tiempo será, se convertirá en la segunda liga más popular de este país. Creo que puede superar al béisbol, creo que puede superar a la NBA”. Audaz, no cabe duda.
La liga que apenas se sostenía de pie al comenzar el milenio atraviesa una transformación, reposicionándose con estadios diseñados específicamente para el fútbol comparables con los mejores del mundo.
El BBVA Compass es la nueva joya de la liga, un recinto de 22.000 asientos al este del centro de Houston que recibirá su primer partido el sábado cuando el Dynamo juegue contra el D.C. United. Será el sexto estadio que se inaugura desde 2010, a pesar de la crisis económica del país, y las nuevas sedes han ayudado a la liga a finalmente plantar un pie firme en la escena deportiva de Estados Unidos.
Houston es el 15to de los 19 equipos de la liga que tiene su propio estadio. Montreal, que se unió a la liga este año, abrirá su estadio a mediados de año, mientras que San José, antigua casa del Dynamo, planea presentar un nuevo estadio el próximo año.
El Dynamo, dos veces campeón de la MLS, ha languidecido en el ruinoso Estadio Robertson desde que su mudó ahí de San José en 2006.
“Nos hacemos llamar una liga importante. Necesitamos comportarnos como las ligas importantes”, dijo Canetti. “Tener tu propio estadio es de ligas importantes, y cualquiera que ha entrado en este recinto ha quedado asombrado. Este lugar está aquí para el Dynamo, y representa un pronunciamiento muy fuerte sobre la credibilidad de la marca y la relevancia del equipo”. Y de la MLS.
El comisionado Don Garber hizo de la construcción de estadios de fútbol una prioridad cuando asumió su cargo en 1999. Lamar Hunt había financiado un estadio de 34 millones de dólares para el Crew de Columbus, pero otros planes enfrentaron resistencia de inversionistas y líderes de las ciudades, lo que dejó a los equipos estancados como inquilinos en sedes universitarias limitadas en espacio o en vastos estadios de la NFL.
El Home Depot Center de 95 millones de dólares, en Carson, California, abrió en 2003, y para entonces, la liga comenzaba a atraer a los dueños que vieron el potencial tanto del deporte como de las sedes. Garber dijo que los inversionistas y los patrocinadores reconocieron las oportunidades, y las autoridades vieron que los estadios crearían empleos y fomentarían el crecimiento de las economías locales.
La mayoría de los estadios nuevos —incluido el BBVA Compass— se construyeron con una combinación de financiamiento público y privado. El proyecto de Houston tuvo un costo de 95 millones de dólares, y se espera que el estadio sea una extensión de la revitalización del centro de la ciudad.
“Estos estadios son motores económicos que pueden mejorar las vidas de las personas de una comunidad, y hacer a la ciudad más atractiva para negocios no sólo mediante urbanización, sino también por la exposición internacional”, dijo Garber.
Los jugadores veteranos ven lo estadios como un símbolo concreto de la salud económica de la liga.
“Al principio, te conformabas con lo que había”, dijo el astro del Dynamo, Brian Ching, líder histórico de goleo del plantel. “Conforme creció la liga, los equipos fueron creando estos estadios que generan una auténtica experiencia futbolera. Con ello, todo lo demás en la liga ha ido mejorando. Es más emocionante jugar en estos lugares”.
También tiene lógica desde un punto de vista financiero. En lugar de pagar renta por sedes inadecuadas, los equipos pueden controlar todos sus ingresos, desde el pago por derechos de nombre hasta las utilidades por conciertos.
El Dynamo recibía sólo un porcentaje de los ingresos por concesiones y mercadeo en el Estadio Robertson. Ahora el equipo se quedará con todo. El Robertson carecía de palcos de lujo; el BBVA Compass tiene 36, y terrazas descubiertas para grupos grandes.
“Puedes controlar la cancha, puedes controlar la cantidad de actividades, y ni qué decir del flujo de ingresos”, dijo el gerente general del BBVA Compass, Doug Hall. “Te hace sentir que estás a cargo. Es más o menos la diferencia entre rentar y poseer una vivienda”.
El estadio de Houston también será casa del equipo de fútbol estadounidense de la Universidad del Sur de Texas, y se organizarán otros eventos que ayudarán a pagar la cuantiosa hipoteca. El BBVA Compass recibirá un partido internacional de fútbol (El Salvador-Nueva Zelanda) este mes, un encuentro de rugby entre las selecciones nacionales de Estados Unidos e Italia en junio, y un concierto de Sugarland en agosto.
“El estadio cambia las cosas para nosotros”, dijo Canetti. “Nos brinda oportunidades completamente nuevas que no estaban ahí para nosotros”.
Otros estadios de la MLS se convertirán en ejes para desarrollos más grandes.
El Nueva Jersey, el Red Bull Park de 200 millones de dólares es el núcleo de un proyecto de 1.000 millones que incluirá oficinas, espacios comerciales, estacionamientos y alojamiento. El PPL Park, de 120 millones, sede del Union de Filadelfia, se ubica al extremo del puente Commodore Barry Bridge, parte de un complejo habitacional y comercial que se extiende por más de 24 hectáreas en la ribera.
“Le da a la gente una razón para quedarse en la ciudad después de trabajar y tomarse una cerveza en un bar o cenar en un restaurante, y luego entrar a ver un partido”, dijo Garber. “Ese modelo parece estar funcionando bastante bien para nosotros. Hemos tenido un gran éxito con nuestros estadios céntricos”.
Garber dijo que el BBVA Compass será un punto de referencia para las nuevas sedes, al igual que el Parque Livestrong Sporting de Kansas City, el cual tiene más de 150 puntos de acceso inalámbrico a internet y una de las atmósferas más ruidosas de la liga gracias a un techo en forma de tambor que refleja el sonido.
Aun con los nuevos estadios, los partidos programados para las noches en fin de semana son difíciles de vender, en especial en la Costa Este. Pero los nuevos recintos han generado un mayor número de asistentes en todos los mercados.
En el Red Bull Stadium, la asistencia promedio pasó de 12.229 en 2009, cuando el equipo aún jugaba en el estadio de los Giants, a 18.441 en 2010. En Filadelfia, el Union tuvo una asistencia promedio de 18.343 el año pasado, casi 99% de su capacidad.