Hoy se hace referencia a la fecha del 25 de mayo, en que Jorge Serrano intentó eliminar el Congreso y tomar el control absoluto de las Cortes y demás instituciones del Estado. Esa fecha nos debe recordar más el recorrido que hemos tenido como país hasta llegar a ese punto en que vivimos como una sociedad con muchos indiferentes y muchos desesperados; en ambos casos, como producto del hartazgo ciudadano.
Hace 19 años los puestos de elección eran “ganados” en base a campañas de mercadeo que nos hicieron elegir sin tomar en cuenta ningún programa de gobierno, plan de nación o políticas específicas para enfrentar las crisis que eran por la violencia, el conflicto armado interno seguía, la economía, tema fiscal, educación, salud o la pobreza. Simplemente, recaudar bien el dinero y hacer buenas canciones, sin siquiera equipo para hacer gobierno, y era suficiente para ser el elegido.
El Congreso de la República era considerado un centro de manipulación hacia el presidente Serrano y se denunció que pedían mordidas a cambio de votos en algunos de los temas de importancia que llegaban al pleno. En el sector justicia, era claro que todo lo que hacía falta era estructurar bien la red de influencia para que el caso que se tratara fuera “atendido” de la manera más conveniente.
Y hoy, ¿quién puede decir que estamos mejor? Lamentablemente, hemos recorrido un camino que, en muchos casos, nos ha hecho retroceder en lugar de avanzar hacia el desarrollo. No hemos podido demostrar que somos un país que aprende de sus errores y que, a partir de ello, hemos iniciado la ruta hacia el desarrollo.
No tenemos guerra, pero tampoco tenemos paz; no hay conflicto interno, pero tampoco hay justicia; extremadamente dichoso es quien ha encontrado el desarrollo. Vivimos en una sociedad que deja dolor y muerte a diario; en que el hambre existe y mata en nuestras comunidades; un Estado que no puede asistir en salud a sus ciudadanos y no puede educarlos para prepararlos mejor.
Y de los representantes, ¿qué se puede decir? Sinceramente, el peor representante de aquella época, el Congreso de la República, honraría al actual pleno si nos prestara a algunos de sus diputados. En la administración ejecutiva, claro que también servirían algunos que hicieran un mejor esfuerzo que los gobernantes que nos hemos dado.
Pero el camino al frente está y es materia nuestra el decidir si lo cambiamos o lo mantenemos como tal. Toda esta desdicha puede ser causada directamente por quienes han estado en el ejercicio del poder, pero la responsabilidad es del ciudadano que por el hartazgo ha decidido que “igual, nada cambia”.
El hartazgo puede generar esa indiferencia que nos lleva al retroceso. Ojalá que fuera el motor que nos de la responsabilidad de enfrentar esa tarea que solo con la participación de todos, nos hará testigos de un desarrollo que muchas veces pareciera que no quiere venir a Guatemala.
Minutero
No parece resuelto,
el drama de aquel momento
nos seguimos dejando,
por no participar en el mando