Estoy convencido de que el presidente Otto Pérez Molina se encuentra muy ocupado en atender la multiplicidad de asuntos que le competen, casi todos de singular trascendencia, como para leer la columna de prensa de un periodista de opinión que ni es su fidelísimo simpatizante, pero tampoco su sistemático opositor, porque no soy político partidista; aunque aspiro que alguno de sus asesores quizá le resuma el contenido de este texto.
Comienzo por citar el segundo párrafo del artículo 114 de la Constitución Política que establece: “Conforme las posibilidades del Estado, se procederá a revisar periódicamente las cuantías asignadas a jubilaciones, pensiones y montepíos”.
Como algunos asesores del Presidente son muy astutos para retorcer el espíritu de las leyes, y menciono para el caso la toma de posesión del Ministro de Salud sin haber contado con el finiquito extendido por la Contraloría de Cuentas, la revisión a la que se alude la citada norma constitucional no significa que se persiga rebajar los montos a los que se refiere la regla de la ley matriz, sino que, en uso elemental de la lógica jurídica, equivale a incrementos periódicos a las cantidades que perciben todos aquellos guatemaltecos que después de haber dedicado buena parte de su vida al servicio público o privado, tienen derecho a que el Estado y, por extensión, el régimen de seguridad social les otorgue una suma medianamente decorosa para su sobrevivencia.
La mayoría de los políticos y militares que han ejercido la Presidencia de la República, resultado de elecciones puras, libres y populares, o como consecuencia de comicios fraudulentos, ni siquiera se han enterado de la vigencia de esa disposición del texto constitucional; puesto que los gobernantes, sus ministros u otros cercanos colaboradores no les conceden importancia alguna, porque con los sueldos que perciben y los ingresos extraordinarios derivados de extenuantes jornadas laborales, al cesar en el desempeño de sus patrióticas tareas han acumulado suficiente dinero, inmuebles, joyas y otras bagatelas para disfrutar cómodamente de sus exitosas existencias para el resto de sus vidas y hasta les alcanza para favorecer a sus seres queridos, incluyendo a sus compañeras sentimentales, como se estila denominar ahora a las extintas concubinas o queridas.
Adicionalmente, han zafado bulto para no aumentar las asignaciones a los clasificados en los renglones de jubilaciones, pensiones y montepíos, basados en los perpetuos argumentos sostenidos por la oligarquía al oponerse permanentemente a cualquier aumento tributario, al reiterar indefectiblemente “el momento no es oportuno” o que “las circunstancias por las que atraviesan las (grandes) empresas no son las más favorables”.
Pero ninguno de los gobiernos que se han sucedido han llegado al extremo al que ha arribado el régimen del Partido Patriota, que sin entrar a considerar factores tan elementales como la vejez de pensionados y jubilados, el encarecimiento del coste de vida, incluyendo honorarios médicos y medicamentos, y su imposibilidad de obtener otros ingresos por razones que sólo mentalidades obtusas no son capaces de comprender, insertaron entre las cláusulas de la promulgada Ley de Actualización Tributaria, planteada a iniciativa del Organismo Ejecutivo, que los guatemaltecos de edad madura, por no decir viejos o ancianos, que rebasen ingresos anuales de Q48 mil estarán sujetos al Impuesto Sobre la Renta, o sea que en vez de aumentarles sus pensiones y jubilaciones, se les menoscaba. ¡¿Hasta dónde devendrá esta clase de gobernantes tan soberbios con las clases debilitadas?!
En lo que atañe al Congreso, hay diputados en los que se puede confiar, como el investigador y legislador Carlos Barreda. (Seguiré, si los aguaceros lo permiten).
(El jubilado Romualdo Tishudo comenta amargado:-Parece que el Gobierno quiere hacer realidad el proverbio hindú que dice que La vejez comienza cuando el recuerdo es más fuerte que la esperanza).