Divergencias oficiales sobre crecimiento económico


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El equipo de gobierno del presidente Otto Pérez Molina, parecía lucir impecable antes del inicio de sus gestiones. Y en gran medida se considera que todavía pueden jugar y permanecer la mayor parte de ministros y cumplir objetivos de gestión por resultados, como han denominado a la forma en que administrarán estos cuatro años.

Luis F. Arévalo A
lufearevalo@yahoo.es


Los problemas con salidas y entradas de ministros quedan al margen de este artículo. En ese sentido, por el momento, se percibe todavía de parte de algunos funcionarios el ímpetu por administrar de la mejor manera posible la cartera a su cargo y, en consecuencia, se tiene que a veces ese deseo o sentir positivo no dejará espacio para tocar la realidad que se vive en Guatemala.

Uno de esos casos sucede en la parte económica. Es decir, se ha enarbolado el ideal de que el país se convierta en uno de los diez países más reformadores a nivel mundial, con la intención de que se refleje en uno de los índices de competitividad más reconocidos y que podría darle a la economía un buen empujón, no solo por la calificación sino porque las reformas que facilitan inversión y creación de empleos se llevarían a cabo.
De esa cuenta, parte del equipo de gobierno, empresarios y el propio presidente consideran que el crecimiento económico para este año podría situarse por encima del cuatro por ciento; derivado siempre de las acciones que se tomen en varios campos, incluido el de seguridad.
Permanentemente, la idea de crecimiento que plantea el gobierno es incluso por encima de lo que el banco central estima para este año, pues este último proyecta que la economía del país crecerá en un rango de entre 2.9 y 3.3 por ciento.
Sin embargo, la nota realista, para mal gusto gubernamental, seguramente, la pone el nuevo Superintendente de Administración Tributaria, Miguel Gutiérrez, al arremeter, como siempre, contra las que llama “optimistas” proyecciones oficiales de crecimiento para el país, sobre las que se estiman también los ingresos tributarios.
Para esto hay que recordar la relación directa entre crecimiento económico y recaudación, pues entre otras cosas, si más crece la economía, más impuestos se trasladan al gobierno, derivado de más producción, comercio y consumo.
Entonces, suponiendo que Gutiérrez tiene razón y que las proyecciones de crecimiento económico son muy optimistas y se considera todo el panorama, no solo la recaudación tributaria puede deteriorarse sino que además, eso significaría que la economía no crecería ni siquiera lo que los entes oficiales proyectan, mucho menos lo que el gobierno optimistamente sugiere que se puede alcanzar.

Y es entonces, interpretando el comportamiento de funcionarios que aseguran que si se cumplen ciertas condiciones se tendría mayor crecimiento y por aparte, otro aseverando que se debe ser realista y no considerar tanto lo optimistas que se puede ser en la administración gubernamental, se puede llegar a conclusiones válidas.

Una de ellas es que la economía del país, al parecer, crecerá como siempre; es decir, poco.  Y la otra, es que no basta el deseo de querer crecer más, porque eso tendría que trabajarse por años.

Es con estos contrastes, que se debe tomar en consideración el escenario “real” que se tiene en el país; por un lado, la situación política cuya opinión de sí misma siempre será la mejor y por otro, la técnica -aunque no digo que Gutiérrez sea apolítico-, que se aproxima más a la realidad que verdaderamente acontece, no solo en Guatemala, sino considerando también los vínculos con el entorno internacional.