Fenómeno extraño este de Facebook, que tiene 900 millones de personas que revisan sus cuentas al menos una vez por mes y muchas más que no quieren saber nada con esa red social.
Una inusitada cantidad de gente ha decidido no incursionar en el portal porque dice que se siente bien sin reanudar el contacto con viejas amistades que a menudo reaparecen cuando uno incursiona en esa red.
«Estoy en contacto con toda la gente con la que quiero estar en contacto», afirmó MaLi Arwood. «No necesito compartir trivialidades con gente con la que tal vez estuve en contacto seis meses hace 12 años».
A pesar de la resistencia de gente como Arwood, Facebook es una empresa que ha tenido un éxito fenomenal. Fundada en el 2004 por Mark Zuckerberg en su habitación de la Universidad de Harvard, tiene 901 millones de usuarios en la actualidad, según la empresa, y un gran potencial de crecimiento, sobre todo en los países menos desarrollados.
Pero mientras la empresa no logre atrapar al grueso de la población, no habrá hecho realidad todo su potencial y será como un servicio postal que entrega cartas solo de un lado de la calle. La red no será tan útil como podría serlo y atraerá menos publicidad.
Lee Rainie, director del Pew Internet & American Life Project, dice que los nuevos canales de comunicación -desde el teléfono hasta la radio, la televisión y las computadoras personales-siempre encuentran resistencia de parte de la población.
«Es algo difícil de entender porque la gente tiene distintos tipos de relación con lo demás dependiendo del medio que empleen», manifestó Rainie. «Pero ya hemos pasado por esto. A medida que surgen nuevos medios de comunicación, siempre hay un período de adaptación».
Len Kleinrock, de 77 años, dice que Facebook es bueno para sus nietos, pero no para él.
«No quiero más distracciones», afirmó. «Ya me abruman con los correos electrónicos. Mis amigos y colegas saben cómo contactarse conmigo. No quiero otro servicio que me sentiré obligado a revisar con frecuencia».
Kleinrock asegura que lo suyo no es una resistencia a la tecnología.
Después de todo, se podría decir que es el primer usuario de Internet, pues integró el equipo de la Universidad de California que inventó ese instrumento.
«Siento como que ya pasé por eso, que no necesito conectarme con más grupos sociales. Ya bastante problemas tengo manteniéndome al día con mis grupos actuales», expresó.
Thomas Chin, de 35 años y quien trabaja en una firma de publicidad de Nueva York, admite que tal vez no esté al tanto de lo que están haciendo los amigos de los amigos de sus amigos, pero sostiene que no necesita de Facebook para estar en contacto con su familia y amigos cercanos.
«Si decidimos hacer algo, no necesitamos de Facebook para organizarnos», declaró.
Hay gente que no se une a la red porque no tiene computadora o acceso a la Internet, le preocupa su privacidad o simplemente no le gusta la red. En Estados Unidos, las personas sin estudios universitarios o de bajos ingresos son menos proclives a abrir cuentas, según una encuesta de AP-CNBC.
La misma consulta indicó que tres de cada cuatro personas de edad no están en Facebook y que más de la mitad de las personas menores de 35 sí tienen cuentas.
En la encuesta fueron consultados mil 004 adultos de todo el país por GfK Roper Public Affairs and Corporate Communications entre el 3 y el 7 de mayo. El margen de error de la consulta fue de 3.9 puntos.
Steve Jones, profesor de la Universidad de Illinois, de Chicago, que estudia las comunicaciones y la cultura online, dice que muchos reticentes consideran que Facebook es una carga.
«Hemos incorporado las redes sociales a nuestras vidas, pero no hemos agregado horas a nuestros días», expresó. «Cuando te conectas con la Internet o con Facebook, dejas de hacer otras cosas».
Jones afirma que mucha gente termina haciendo varias cosas al mismo tiempo, pero que divide tanto su atención que mantiene contactos superficiales en la red.
Kariann Goldschmitt, de 32 años, profesora de música del New College de la Florida en Sarasota, se sumó a Facebook poco después de su fundación en el 2004 y dejó de usarla en el 2010, aduciendo que quería proteger su privacidad y le molestaba la forma en que Facebook alienta a que la gente comparta información personal con la red y con anunciantes.
Indicó que es mucho más productiva desde que dejó de usar la red.
«Era una usuaria típica, ingresando una o dos veces al día», manifestó. «Pero llegó el momento en que empecé a sentirme obligada a ingresar y dejó de ser algo divertido».
Como contrapartida, no hay dudas de que la red facilita las comunicaciones.
Neil Robinson, abogado de 54 años de Washington, dice que cuando nació su sobrino, aparecieron fotos en Facebook casi inmediatamente, pero él tuvo que esperar hasta que alguien se las enviase por e-mail porque no tenía cuenta en Facebook.
Luego de resistirse durante años, Robinson ha decidido abrir una cuenta porque no quiere perder el contacto con parientes más jóvenes que usan Facebook como su principal medio de comunicación.
Por cada Robinson, no obstante, hay un Edelstein, alguien que siente aversión por Facebook y prefiere los correos electrónicos y las tarjetas postales.
«Prefiero que mis comunicaciones sean más personales y con gente cercana», declaró Jake Edelstein, consultor farmacéutico de 41 años, de Nueva York. «Recibir mensajes de alguien que se tomó el trabajo de escribirte a ti exclusivamente».