El ciclo agrícola se ha iniciado mediante la celebración de un ritual que invoca al conocimiento ancestral de los pueblos originarios de estas tierras. En esta ocasión asistió para proveerle una mayor connotación a dichos actos el mandatario. La entrega, calificada por las propias autoridades como “simbólica”, conlleva en efecto otras connotaciones cuyo simbolismo no se circunscribe únicamente al número de sacos entregados en esta ocasión.
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Algunos sectores vinculados a la “intelectualidad” del movimiento indígena, campesino y popular han manifestado que el ahora partido oficial, de nuevo se está valiendo del Programa de Entrega de Fertilizantes para promover lo tan censurado en la administración anterior: el clientelismo. Y en adición a tales señalamientos, de nuevo el mandatario, le pide a sus prosélitos en el Congreso de la República que en efecto no “politicen la entrega de fertilizantes” (declaraciones ayer en Purulhá, Baja Verapaz. La Hora. Se puede consultar en: http://www.lahora.com.gt/index.php/nacional/guatemala/actualidad/157709-en-corto). Así también, los diputados integrantes de la Comisión de Agricultura, Ganadería y Pesca del Congreso de la República, anuncian que fiscalizarán la entrega del fertilizante en varios municipios, de conformidad con los listados de beneficiarios.
Este programa cuya práctica se inició con la administración Demócrata Cristiana estando al frente el licenciado Marco Vinicio Cerezo Arévalo, fue dejado de lado por su sucesor el tristemente célebre por corrupto Jorge Antonio Serrano Elías. Prácticamente hubo de transcurrir casi una década para que el programa lo reinsertara el licenciado Alfonso Portillo Cabrera. A él le achacan, entre otras cosas y en esta materia, el “desacierto” de la entrega de fertilizantes. Para muchos campesinos, aún está en la mente el recuerdo de haber recibido en el 2003 hasta tres sacos por núcleo familiar. Tal volumen de entrega no ha podido igualarse de nuevo.
Por aparte y en la administración actual, a toda prisa corrió, corrigió, enmendó y aprobó el FONADES el proceso de adquisición de los fertilizantes. Se habrán de gastar alrededor de Q450 millones en el programa este año. Durante la administración del ingeniero Álvaro Colom, el promedio anual gastado redondeó los Q180 millones. La práctica, como indiqué en el párrafo anterior, continúa desde el año 2000. Digamos, arbitrariamente, que del 2000 a 2008 fueron Q160 millones por año lo que nos da un parcial de Q1,440 millones. A esta cifra agreguemos los Q720 millones de la administración anterior más los Q450 millones actuales, el total es la nada despreciable cifra de Q.2,610 millones gastados en fertilizantes. Independientemente de que la mayoría de esa cifra fue a parar a las arcas de la entidad ahora no participante, con el halo de su “factura e influencia política”, hasta este año. Estimo que sería conveniente hacer una adecuada evaluación del impacto del gasto de estos millones de quetzales en la mejora de condiciones de vida de la población rural y sobre todo en la preservación de la fertilidad y la calidad del suelo. A mi juicio los resultados serían sorprendentemente negativos.
Si una parte de la asignación a este programa, por ejemplo, desde ya se asignase a la producción nacional de ABONO, en el sentido que este tipo de nutrientes son orgánicamente compatibles con la naturaleza, la preservación de los suelos y la mejora de los productos por cosechar, tendríamos un punto de partida que en efecto marcaría un cambio en la modalidad de producción agrícola. Hasta los cafetaleros más tradicionales han visto cómo se elevan los precios de su producción si a esta se le agrega la frase “cultivado orgánicamente”, es decir, con el uso de abono y no de fertilizantes, entendiendo que éstos últimos se refieren a la concentración de productos químicos que con su mezcla de, por ejemplo, potasio, nitrógeno y fósforo, en los primeros años en efecto estimulan el crecimiento de la cosecha y la cantidad de producción por manzana, pero luego de contaminar el suelo y al hacerse presente la degradación de éste, cada año se requiere de más producto químico por unidad de tierra de siembra. A ello se agrega la contaminación derivada en los ríos y lagos del país. Por lo que el impacto se expande a muchas áreas, más allá de las dedicadas a la producción artesanal de la siembra del maíz que simbólicamente también se enarboló este uno de mayo.
La producción de abono conlleva procesos más prolongados, pero la variedad de opciones para producirlo tiene una amplia gama de escenarios de acción. Desde las concentraciones de desechos que en prácticamente todas las municipalidades del país es un problema, hasta plantas de producción específica que podría implicar el uso de lombrices, la gallinácea y otros desechos orgánicos. Este puede ser entonces el punto de partida para generar una nueva modalidad de producción agrícola, un cambio de especial trascendencia que podría beneficiar en múltiples aspectos la vida no solo de la población rural sino de la población en general.