Gobiernos van y gobiernos vienen, de izquierda, de derecha, militares y civiles. Poco importa quién quede mientras sigan trabajando bajo el mismo marco jurídico. Nuestro marco jurídico, la Constitución Política de la República, seguramente está cargada de muchísimas nobles intenciones, pero como el camino al infierno, las buenas intenciones no sirven de nada si el resultado final será precisamente el contrario al que sus artículos promulgan. ¿Proteger la vida?, muchas veces lo dice la Constitución, pero en realidad lo que logra lejos de proteger es poner nuestras vidas pendiendo de un hilo.
Durante el gobierno de la UNE, el PP se dedicó a criticar muy fuertemente el sentido clientelar que tenían los programas sociales que dirigía la mal recordada doña Sandra. Con el pasar de los meses y acercándose la contienda electoral, los políticos del PP pudieron percibir lo positivo que son estos programas; positivos para su promotor y administrador, no para los beneficiarios o la población en general. Tan positivo lo vieron que no pudieron resistir la tentación de seguir con los programas sociales. Una lavadita de cara y salieron a ofrecer lo mismo pero de diferente color. ¡Hay que institucionalizarlos! ¡Hay que fiscalizarlos! Ese tipo de cosas matizaban los candidatos ahora oficialistas cuando hablaban de los programas sociales.
Pues finalmente cumplieron con su hipócrita palabra e institucionalizaron y legalizaron completamente el robo y el despilfarro, la visión política de corto plazo en sacrificio del empleo y el desarrollo. Ya nos metieron otro gol y pareciera que ni cuenta nos dimos. Crearon el Ministerio de Desarrollo Social con la pequeña cantidad de 2,000 nuevos burócratas y a saber qué cantidad de millones de quetzales en funcionamiento para obtener básicamente los mismos resultados, los pobres seguirán siendo pobres.
En buena hora le viene también al gobierno el bien intencionado programa social privado “Tengo algo que dar” porque despierta precisamente ese desesperado sentimiento de salvar a nuestros compatriotas de la caótica situación en la que se encuentran. Por supuesto que no creo que los organizadores de “Tengo algo que dar” sepan que le están haciendo al gobierno una gran campaña porque básicamente le están dando sabor a fresa a un veneno que tragamos como niños ingenuos. Aparte de esto, la iniciativa me parece muy positiva sobre todo para hacerle ver a la gente porque es importante reaccionar y parar esta desgracia que estamos viviendo.
A esos guatemaltecos que en el programa “Tengo algo que dar” se dieron cuenta por primera vez, de lo mal que estamos les invito a pensar en las soluciones. Les invito a que veamos el pasado y hagamos un análisis de qué es lo que se ha hecho y qué resultados se han logrado. Tomen en cuenta que durante varias administraciones hemos seguido una y otra vez la ruta del asistencialismo, con bolsas, con remesas, con fondos, con ministerios, con honestos, con ladrones, con fertilizantes y un largo etcétera de cosas que le hemos encargado al gobierno sin resultados positivos. ¿No será la hora de hacer las cosas de manera distinta? Quitémonos de la mente el asunto de que se trata de la calidad de personas que llega porque esa no es la razón, cuántos años hemos pasado esperando al político justo y honesto que cambie todo radicalmente, no ha pasado y no pasará porque de alguna manera o de otra el sistema le permite y le exhorta a corromperse. Nuevos guatemaltecos conscientes, les pregunto ¿En verdad queremos ser pobres para siempre?