Acorralado por una oposición que exige elecciones anticipadas, el presidente español, José Luis Rodríguez Zapatero, reconoció hoy que la recuperación económica y la creación de empleos son lentos, pero defendió los duros planes de ajuste para sortear la crisis deuda y pidió paciencia a la ciudadanía.
MADRID / Agencia AP
«Comprendo la impaciencia por ver el final del túnel. La comprendo porque siento esa impaciencia todos y cada uno de los días», dijo Zapatero en el Parlamento.
«El estado de la nación hoy es, sigue siendo, el estado de la lucha contra la crisis, de sus consecuencias, de la evolución del empleo, de todo lo que hacemos para impulsarlo», añadió.
En su último debate del estado de la nación, el jefe del gobierno español describió durante una hora la situación del país ibérico. Admitió que con un desempleo del 21,3% es muy difícil consolidar la recuperación económica, aunque se mostró confiado en que el crecimiento sea más vigoroso en el segundo semestre de este año.
Por eso, aunque sin mencionar el movimiento expresamente, se refirió a la llamada revolución de los indignados y las manifestaciones que inundaron las calles de España el 19 de junio criticando a la clase política en general y exigiendo una salida más justa a la crisis.
«Lo que hemos visto en las últimas semanas son manifestaciones, protestas y demandas realizadas al amparo de derechos democráticos», afirmó. «Podemos discrepar, yo lo hago, con no pocas de las propuestas, muy heterogéneas, que se hacen en esos encuentros, pero deben ser objeto de respeto», agregó.
Zapatero defendió las reformas del mercado laboral y otros duros ajustes, como el retraso de la edad de jubilación de los 65 a los 67 años y el recorte de sueldos de los funcionarios, aunque precisó que su objetivo es no hacerlos a costa de recortes sociales.
«Todas las reformas necesarias, sí, pero no a costa de romper los equilibrios sociales básicos de nuestro mercado de trabajo o de quebrar nuestro modelo social y constitucional. A costa de eso, no», subrayó.
Anunció nuevas reformas para la recta final de la legislatura, que finaliza con las elecciones generales previstas en marzo de 2012.
Para consolidar el equilibrio fiscal y evitar un rescate similar al de Grecia, Irlanda y Portugal, dijo que se establecerá una regla de gasto para las comunidades autónomas, en un intento más por cumplir el objetivo de rebajar el déficit público al 6% del PIB en 2011.
También dijo que impulsará nuevas medidas, que no detalló, para ayudar a los ciudadanos que sufren el embargo de su vivienda y además deben seguir pagando al banco el coste de la hipoteca.
Sin embargo, el líder del conservador Partido Popular (PP), Mariano Rajoy, aseguró que la legislatura ya está acabada y exigió a Zapatero que anticipe las elecciones para que un nuevo gobierno tome las riendas y ponga en marcha las reformas necesarias para iniciar la recuperación económica.
«Lo que necesita España y reclaman los españoles es que se abran las urnas y que los ciudadanos puedan escoger no tanto quién les gobierna, sino a quién trasladan esa confianza que este gobierno ha malgastado», afirmó Rajoy.
«Â¿Hasta cuándo se propone el señor Rodríguez Zapatero imponer a los españoles este calvario estéril, esta lenta agonía?», añadió.
En las elecciones locales del 22 de mayo, el PP derrotó por 10 puntos de ventaja al gobernante Partido Socialista y todas las encuestas le dan una clara ventaja de cara a las generales del próximo año.
Zapatero descartó la idea del anticipo y señaló que queda «tarea más que suficiente para los meses que quedan de legislatura».
Finalmente, Zapatero —quien no concurrirá a un tercer mandato— aprovechó los últimos minutos de su intervención para rememorar los nueve debates sobre el estado de la nación en los que ha participado, como líder de la oposición y como presidente, y expresó su gratitud hacia los grupos parlamentarios que han colaborado con el gobierno a lo largo de estos años.
Al finalizar el discurso, la bancada socialista, puesta en pie, despidió a Zapatero con una ovación sonora.